Hola, buenos días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
UN CARAMELO…
En el coro, durante la liturgia, estamos sentadas en la sillería unas frente a otras. Una Hermana estaba leyendo en alto, y a otra no se le ocurrió otra cosa que abrir un caramelo justo a su lado, con el sonido que esto supone: “crish, crish…”
Como coincidía que estaba frente a mí, me hizo poner la mirada en ella. Terminó de pelar el caramelo y, delicadamente, lo colocó en el reposabrazos de la sillería de la que estaba leyendo, ya que percibió que no tenía bien la garganta.
Al terminar de leer, hizo una señal a la Hermana que leía, y ella, con un gesto de alivio y agradecimiento, cogió el caramelo.
El ruido ya no era molesto; se había transformado totalmente dentro de mí en algo maravilloso.
Jesús actúa así con nosotros. A veces pensamos que está tan tranquilo “abriendo su caramelo” mientras nosotros intentamos leer —a veces con dificultades— todo lo que nos ocurre.
Pero resulta que Jesús te mira. Sí, te mira a ti. Te ve en lo que intentas leer de tu vida; te ve en las dificultades, te ve en lo que se te atasca… y, con delicadeza, se te acerca de muchas maneras para aliviarte, para que encuentres en Él todo lo que necesitas.
¡Jesús es Bueno, Dios es Bueno! Esta consideración tiene que ser certeza para cada uno de nosotros. En Él está toda la bondad que puedas imaginar, y la quiere volcar en ti.
Igual que en el Evangelio, Jesús hoy es presencia real y transformadora que te mira y te cuida; solo tienes que dejarle que te dé el “caramelo” que necesitas para saberte amado y, desde ese Amor, ir tú también a los demás.
“Vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de que lo pidáis.” Mt, 6,8
Pide a Jesús que te muestre una necesidad en tu entorno: llevar un café, acompañar a alguien al médico, esperar… Mira con amor, y desde Él, sé alivio para quienes te rodean.
Hoy, el reto del amor es que des un » caramelo” a alguien.
VIVE DE CRISTO