Por Noé Juan Farrera Garzón
Las tejas de barro no solo cubren techos, también resguardan historias. Este elemento arquitectónico, cuya raíz se remonta a las civilizaciones griega y romana, encontró en México —y particularmente en Chiapas— una tierra fértil para arraigarse como símbolo de identidad, funcionalidad y belleza.
Introducidas durante el periodo colonial por los españoles, las tejas de barro se adaptaron rápidamente a la arquitectura novohispana. Su resistencia al clima, su capacidad para regular la temperatura y su estética cálida las convirtieron en una solución ideal para las construcciones de la época.
Iglesias, casas y edificios civiles en toda la región comenzaron a coronarse con estos elementos cerámicos, moldeados a mano y cocidos en hornos de leña, que cabe señalar, hay quienes aseguran que, por muchos años, alrededor de los siglos XVII y XVIII, eran importados desde europa.
En Chiapas, donde la herencia colonial se mezcla con una fuerte identidad indígena, las tejas de barro se consolidaron como parte esencial de la arquitectura tradicional. Barrios antiguos de ciudades como San Cristóbal de Las Casas, Chiapa de Corzo o Comitán, ofrecen ejemplos vivos de cómo este material ha resistido el paso del tiempo, conservando la esencia de siglos pasados.
Aunque el uso de cerámica en la construcción ya existía en algunas culturas prehispánicas, la influencia española aportó técnicas específicas para la fabricación de tejas, que pronto fueron reinterpretadas por los artesanos chiapanecos. Así, la teja dejó de ser un mero elemento práctico para convertirse también en pieza decorativa: se pintaron flores, se esculpieron rostros, se integraron símbolos locales.
La tradición de elaborar tejas de barro ha pasado de generación en generación, principalmente en comunidades alfareras donde el oficio se valora como un arte. Para muchas familias chiapanecas, el techado con teja representa más que protección: simboliza arraigo, estabilidad y conexión con la tierra.
Hoy en día, las tejas de barro no solo se conservan en edificaciones antiguas, sino que también se integran en proyectos contemporáneos que buscan mantener una estética armónica con el entorno natural y el patrimonio histórico. Arquitectos modernos han combinado las tejas con materiales como acero o vidrio, logrando espacios sostenibles y visualmente atractivos.
En un mundo que avanza hacia la sostenibilidad, las tejas de barro —hechas con materiales naturales, producidas localmente y con baja huella ecológica— resurgen como opción preferente. Y Chiapas, con su vasto legado arquitectónico y su rica tradición artesanal, continúa siendo un referente en la preservación y evolución de esta técnica milenaria.
https://www.facebook.com/share/p/16RnsPKHtQ