Hola, buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
LOS DOS LADOS DE LA CRUZ
El pasado Jueves Santo, después de lavarnos los pies, nuestra Priora nos regaló a cada una una cruz muy especial que ella misma había diseñado.
Se trata de una cruz de doble cara: por un lado, aparece una impresionante imagen del Crucificado, y por el otro, es Él mismo, pero ya Resucitado.
Y nos invitó a llevarla a la oración, para que, cada día, la pusiéramos por el lado apropiado, según nos fuera el día. Qué bonita forma de hacernos conscientes de que no todos los días son Cruz, ni tampoco todos Resurrección.
¡A todas nos encantó! Y desde aquel día, la llevo en mi bolsillo. Ciertamente, ella tenía razón, y qué experiencia tan bonita es ver que cada día es diferente, pero todos tienen algo en común: ¡en todos está Cristo!
Estos días he vivido el fallecimiento de mi abuela Ana. Su vida ha sido un regalo para toda nuestra gran familia, y por ella le damos muchísimas gracias a Dios. Sabemos bien que todo lo que nos ha cuidado en la tierra, lo seguirá haciendo desde el cielo.
Así que, en estos días, en mi oración, cogía la cruz entre las manos, y no sabía de qué lado ponerla. Y me daba cuenta de que también hay días en los que experimentamos los dos lados de la Cruz a la vez. Era inevitable derramar esas lágrimas que expresan lo mucho que nos hemos querido, o sentir el dolor de decir “hasta el cielo” a alguien tan querido; pero, a la vez, la alegría nos resultaba desbordante al ver qué bueno ha sido el Señor con nosotros: por cómo ha sido todo, por verla perseverar en la fe hasta el final. ¡Qué regalo tener la certeza de que el Resucitado también nos resucita a nosotros!
¡Qué bueno es el Señor! Él no nos promete una vida fácil, donde todo sea cómodo ni el sendero llano. Nuestra experiencia vital es, más bien, un camino montañoso, donde vamos subiendo hasta la cima. Pero el regalo y la alegría es que Él siempre permanece con nosotros. Y con Él, ¡todo es posible!
Hoy, el reto del amor es llegar a tu oración y ver por qué lado de la Cruz está tu día: por el lado del Crucificado, por el del Resucitado, o quizá por los dos a la vez. Ahí, en la oración, podrás experimentar que es una bendición el día que estás viviendo, porque ahí el Señor te está esperando.
VIVE DE CRISTO