“San Felipe Neri nos recuerda que la santidad no es aburrida. Es alegre, cercana y llena de Dios».
San Felipe Neri llevó el Evangelio a los corazones más endurecidos con humildad, alegría y un amor desbordante por Cristo. En su vida encontramos claves sencillas pero profundas para anunciar la fe con cercanía.
La organización Juan Diego Network, que sirve a los latinos en todo el mundo con proyectos de evangelización, compartió algunos datos sobre la vida de este santo, que fue “una explosión de alegría, caridad y pasión por evangelizar”.
“San Felipe Neri nos recuerda que la santidad no es aburrida. Es alegre, cercana y llena de Dios. ¿Con qué enseñanza te quedas hoy?”, indicó.
Juan Diego Network resaltó 5 actitudes de este gran santo que podemos imitar para evangelizar con el corazón:
1) La alegría es evangelizadora
San Felipe transformó Roma con una sonrisa. Se ganó a obreros, niños, enfermos… no con discursos, sino con una alegría auténtica que nacía del amor de Dios.
2) El corazón en oración, los pies en la calle
De día, enseñaba catecismo y visitaba enfermos. De noche, se perdía en oración. Su vida era una mezcla de acción y contemplación. No separaba lo espiritual de lo cotidiano.
3) Amor sin medida
En pentecostés pidió amar más a Dios… ¡y su corazón creció tanto que se le arquearon las costillas! Vivía con un fuego interior que lo desbordaba y lo hacía amar con intensidad.
4) La fe se enseña con ternura
Fundó el Oratorio para formar corazones. Educaba con dulzura, humor y constancia. Enseñaba que la santidad no se logra a gritos, sino con paciencia y mucho amor.
5) La humildad lo hizo grande
Rechazó riquezas, vivió con lo justo, sirvió en silencio. Para él, el Paraíso no era para los vagos… sino para los que aman hasta lo último.
¿Quién fue San Felipe Neri?
Juan Diego Network también compartió algunos detalles de la vida de este santo.
“Llegó a Roma en 1534, con nada más que la ropa puesta y el corazón encendido. Rechazó la herencia de un tío rico porque entendió que las riquezas podían alejarlo de Dios. Prefirió una habitación diminuta bajo una escalera y una comida al día a cambio de enseñar a los hijos de su anfitrión”.
Su jornada estaba llena de catequesis, visitas a hospitales, largas horas de confesión y procesiones a los templos de Roma. Por las noches, oraba en soledad… incluso en las catacumbas. Su alegría era tan contagiosa que se decía que donde llegaba Felipe, llegaba también la fiesta.
Sus preguntas eran simples, pero llenas de verdad:
“Amigo, ¿cuándo vamos a empezar a volvernos mejores?”
Su amor a Dios fue tan grande que su corazón literalmente se agrandó, al punto de que dos costillas se desplazaron para darle espacio.
“Catequista, sacerdote, misionero en su propia ciudad, fundador de hospitales y de la Congregación del Oratorio… San Felipe Neri nos recuerda que la santidad también puede ser alegre, cercana y profundamente humana.
Murió el 26 de mayo de 1595, y Roma aún lo llama ‘su mejor catequista’”.
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