Redacción/PERIÓDICO SAGRADA FAMILIA
De la Comisión Teológica Internacional a 1700 años del Concilio Ecuménico de Nicea 325-2025. La Dimensión de la Doctrina de la Fe, de la Conferencia del Episcopado Mexicano valora y quiere promover este magnífico Documento para su lectura, asimilación y aplicación, agradeciendo a Dios Unitrinidad la profesión de fe nicena. De ahí que, para facilitar de alguna manera su comprensión, se formulan preguntas y ocho claves de lectura.
¿CUÁLES SON LAS PREGUNTAS A LAS QUE INTENTA RESPONDER EL DOCUMENTO DE LA COMISIÓN TEOLÓGICA INTERNACIONAL: JESUCRISTO, HIJO DE DIOS, SALVADOR? Su intención es conmemorar los 1700 años del Concilio de Nicea, 20 de mayo del 325. Pero, no se trata solamente de un homenaje histórico, sino de una reflexión profunda y actualizada sobre la confesión cristológica-trinitaria fundamental: Jesucristo es el Hijo de Dios, Salvador del mundo. Esta confesión sigue siendo el corazón de la fe cristiana, pero, cómo confesarla hoy, en medio de una cultura plural, marcada por el secularismo y nuevas formas de religiosidad. El Documento articula varias preguntas claves: 1).- ¿Quién es Jesucristo para nosotros hoy? Explora cómo se puede confesar a Jesucristo como Hijo de Dios en contextos culturales diversos y en diálogo con el pensamiento contemporáneo. 2).- ¿Qué significa decir que Jesucristo es el “Hijo de Dios”? Profundiza en el significado bíblico, patrístico y teológico del título “Hijo de Dios”, para evitar reduccionismos simbólicos o equívocos modernos. 3).- ¿Por qué necesitamos un Salvador? Reflexiona sobre la condición humana, marcada por el pecado y la fragilidad, y la necesidad de redención, superando visiones meramente éticas o psicológicas de la salvación.
4).- ¿Cómo es Salvador, Jesucristo? Examina el modo en que Jesucristo salva: por su encarnación, su muerte y resurrección, y su relación trinitaria con el Padre y el Espíritu. 5).- ¿Cómo se confiesa hoy la fe en Jesucristo? Aborda la necesidad de un lenguaje teológico fiel al dogma niceno pero inteligible para el hombre de hoy, evita el simplismo como el esoterismo. 6).- ¿Qué desafíos actuales enfrenta la confesión de fe en Jesucristo? Enumera los retos del relativismo, el sincretismo, el individualismo religioso, y la desconfianza hacia todo discurso de verdad universal. 7).- ¿Qué podemos aprender hoy del Concilio de Nicea del año 325? Reconoce que la confesión “Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero” no es una fórmula vacía, sino una proclamación vital que transforma la vida cristiana. 8).- ¿Cómo se actualiza la fe nicena en la vida de la Iglesia? Reflexiona sobre la liturgia, el testimonio, la catequesis y la espiritualidad como espacios donde se hace viva la fe en el Hijo de Dios.
¿CUÁLES SON LAS NOVEDADES TEOLÓGICAS Y PASTORALES DE ESTE DOCUMENTO? NOVEDADES TEOLÓGICAS: – Una Cristología en diálogo con la cultura contemporánea. El Documento no se limita a repetir fórmulas dogmáticas; propone una relectura viva del dogma niceno, en diálogo con las inquietudes del mundo actual: pluralismo, indiferencia religiosa, nuevas espiritualidades (ver nn. 2, 10, 15, 33). – Jesucristo como revelación plena de la humanidad verdadera. Se subraya no solo que Jesús es verdadero Dios, sino también que en Él se revela lo que significa verdaderamente ser humano. Es un acento fuerte en la antropología cristológica (ver nn. 22, 25, 48). – Unidad entre Cristología y Soteriología. El documento insiste en que la identidad de Cristo como Hijo no es separable de su misión salvadora. Ser “Hijo” es ser “Salvador”: no hay Jesús sin cruz, ni cruz sin el Hijo (ver nn. 20, 23, 45).
– Lectura trinitaria renovada. El dogma de Nicea no se entiende solo desde Cristo, sino desde su relación eterna con el Padre y el Espíritu Santo. La revelación del Hijo es la puerta al Misterio Trinitario vivido (ver nn. 12, 30, 59). – Revalorización patrística desde una Teología de la Tradición. Los Padres de la Iglesia no se citan solo como autoridad, sino como testigos vivos que ayudan a actualizar la fe hoy. Hay una verdadera recepción activa del pensamiento patrístico (ver nn. 7, 42, 64). NOVEDADES PASTORALES: – Cristología como núcleo para la evangelización. Confesar que Jesús es el Hijo de Dios y Salvador del mundo impulsa una evangelización centrada en su persona, no solo en valores generales. Es anunciar un encuentro con el Hijo que transforma vidas (ver nn. 3, 8, 58, 68). – Confesión de fe como acto vital, no solo doctrinal. El documento invita a redescubrir el Credo como una expresión vivida: no se trata solo de “saber qué dice”, sino de “vivir a quién confieso” (ver nn. 6, 39, 63). – Pastoral del discernimiento en contextos pluralistas. Ofrece herramientas teológicas y espirituales para distinguir propuestas religiosas que parecen atractivas, pero no llevan al Dios revelado por Jesucristo (ver nn. 27, 33, 70). – Valoración de la liturgia como espacio de confesión trinitaria. La liturgia, especialmente la Eucaristía, se presenta como el lugar donde la Iglesia reconoce, celebra y adora al Hijo, en comunión con el Padre y guiados por el Espíritu Santo (ver nn. 40, 61, 66). – Llamado a la unidad eclesial desde la fe común en Cristo. La fe en el Hijo no divide, sino que congrega a los creyentes. La Iglesia nace de la confesión común de Jesucristo como Señor y Salvador (ver nn. 11, 26, 67). – Proclamar a Jesús como nuestra Salvación implica una opción concreta por los más pequeños y vulnerables. Una de las afirmaciones más fuertes del Documento es que la confesión cristológica no es abstracta: creer en el Hijo de Dios hecho carne exige reconocerlo en los pobres, heridos, migrantes, descartados (ver nn. 49, 52, 69, 123). “La confesión del Hijo encarnado nos compromete a una praxis de misericordia y justicia. Si decimos que creemos en Jesús Salvador, no podemos desentendernos de quienes necesitan salvación concreta hoy” (cf. n. 52).
CLAVES DE LECTURA PARA ACERCARSE A ESTE DOCUMENTO § Leer desde el acontecimiento de Nicea como punto de partida, no como punto de llegada. El documento no es una repetición de fórmulas dogmáticas, sino una actualización del acontecimiento de fe que motivó el primer Concilio ecuménico. Nicea no buscó inventar una doctrina, sino custodiar la experiencia apostólica de que Jesucristo es verdaderamente Dios. § Ubicar el Documento en la tensión entre fidelidad y actualidad. Hay un esfuerzo constante por mantener la fidelidad a la tradición patrística especialmente a los Padres nicenos y post-nicenos—, al tiempo que se hace un verdadero ejercicio de inculturación teológica: ¿cómo decir hoy lo que Nicea dijo entonces? § Interpretar el título “Hijo de Dios, consubstancial al Padre” como núcleo teológico y existencial. El Documento insiste en que esta expresión no debe entenderse como una metáfora o un título honorífico. Es una afirmación ontológica y relacional: Jesucristo es el Hijo eterno del Padre, y esto tiene implicaciones soteriológicas y antropológicas decisivas. § No separar cristología y soteriología. No se puede comprender quién es Jesucristo sin su misión: salvar. Y no se puede comprender su misión sin su identidad divina. Esta unidad es clave tanto para la lectura del documento como para una comprensión integral de la fe cristiana. § Prestar atención al horizonte trinitario del texto. Toda la reflexión se enmarca en la revelación del misterio de Dios uno y trino. La confesión de Jesús como Hijo conduce inevitablemente al reconocimiento del Padre y del Espíritu Santo, según la estructura del Credo niceno-constantinopolitano. Leer en clave pastoral y misionera. El texto no es solo teológico, es también eclesial. Busca ayudar a la Iglesia a confesar, anunciar y vivir la fe en Jesucristo en el mundo actual, frente a desafíos concretos como el pluralismo, el secularismo y la indiferencia religiosa.
Reconocer el tono contemplativo y confesional. No obstante, su tesitura teológica-académica, el Documento, no es frío ni meramente conceptual. Tiene un tono de confesión de fe, de admiración ante el misterio de Cristo, lo que invita al lector a leer con espíritu de oración y apertura a la fe. § Valorar la aportación patrística como fundamento y guía. Padres como Atanasio, Hilario de Poitiers, los Capadocios, Ireneo y Agustín son citados como testigos privilegiados de la fe de la Iglesia. Sus textos no son decorativos, sino parte viva de la argumentación teológica. ¿CÓMO PUEDE ESTE DOCUMENTO GUIAR HOY AL CRISTIANO EN SU CAMINO DE FE? – Reafirma el centro de la fe cristiana: Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre. Nos recuerda que esta verdad no es un dato secundario, sino el fundamento mismo de la vida cristiana (ver nn. 1, 5, 19, 21). – Invita a un encuentro personal con Cristo, no solo a una adhesión intelectual. El Documento habla de una fe que implica conversión, seguimiento y comunión con la persona viva de Jesucristo (ver nn. 3, 8, 23, 56). – Conduce a una fe confesante, consciente y madura. Subraya que el cristiano debe hacer suya la confesión de fe de la Iglesia, especialmente la del Credo niceno, de manera libre, razonada y vivida (ver nn. 6, 14, 39, 63). – Fortalece la identidad cristiana desde la Tradición viva de la Iglesia. Reivindica la continuidad entre la fe de los Apóstoles, los Padres de la Iglesia y el Magisterio actual (ver nn. 7, 17, 20, 42, 64). – Motiva a vivir la fe con esperanza y sentido de misión. El conocimiento del Hijo lleva a testimoniarlo, no como una idea, sino como Salvador de la humanidad (ver nn. 9, 32, 58, 68).
Ofrece criterios para discernir propuestas religiosas o espirituales actuales. Responde al desafío del pluralismo religioso y del subjetivismo espiritual que debilitan la figura única de Cristo como Hijo de Dios (ver nn. 10, 15, 27, 33, 70). – Integra la dimensión trinitaria de la vida cristiana. La fe en Jesús como Hijo revela al Padre y al Espíritu Santo, y nos introduce en la comunión trinitaria (ver nn. 12, 30, 45, 59). – Anima a la comunión eclesial. Confesar a Jesucristo es hacerlo desde la fe de la Iglesia y en ella. No hay cristianismo sin comunidad, sin liturgia, sin escucha común de la Palabra (ver nn. 11, 26, 40, 61, 66). La Dimensión de la Doctrina de la fe, de la CEM, valora la participación del padre Mario Ángel Flores, en la redacción de este Documento “Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador. 1700º aniversario del Concilio Ecuménico de Nicea (325-2025)”, publicado el 3 de abril de 2025 por la Comisión Teológica Internacional (CTI). Y quiere, nuestra Dimensión, que este Documento genere interés en diversos ámbitos eclesiales y académicos, por las importantes consecuencias antropológicas que nos da a conocer a partir de la revelación de Cristo, porque es una síntesis valiosa y oportuna que puede acompañar la profundización de la fe en la vida de los cristianos y de nuestras comunidades; y porque nos impulsa a continuar interesados en la profundización de la Tradición viva de la Iglesia. Ciudad de México, 17 de mayo de 2025 DIMENSIÓN EPISCOPAL DE LA DOCTRINA DE LA FE.