9 Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor. 

10 Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. 

11 Os he dicho esto, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea colmado. 

12 Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. 

13 Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos. 

14 Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. 

15 No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. 

16 No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda. 

17 Lo que os mando es que os améis los unos a los otros.» (Jn. 15, 9-17)

En la Antigua Ley, Dios promulgó mandatos de vida con el primer mandamiento de: “amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas y amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Estos dos Mandamientos eran uno sólo para todo judío fiel. Pero con la Ley Nueva que nos ha traído Jesucristo de junto al Padre, hay una variante en el Mandamiento de Dios. Para amar al hermano, ya no hay punto de referencia en “como a uno mismo” sino,“como Cristo nos ha amado”. Y ¿cómo nos ha amado Cristo?. Pues “hasta dar la vida por sus amigos”.

El amor cristiano no se reserva nada, pues ¿qué hay mayor que dar la vida?. Y, por muchos, porque todos no oirán la voz de Jesús. Y ÉI mismo añade que da la vida por sus amigos. Y estos amigos son los que ÉI mismo se ha elegido para ser suyos y esto no sólo en el tiempo, sino en toda la eternidad. Amigo, en el lenguaje de Jesús, es también el quesigue los Mandamientos del Padre. La fidelidad de Cristo al Padre es nuestra misma fidelidad. Y el amor de Cristo al Padre es el mismo que nos tiene Jesús, el que nosotros le tenemos a ÉI. Y todo por un don divino a nuestros pobres corazones.

En este desahogo del Señor a sus discípulos salta de una Palabra a otra para que nosotros las vayamos engarzando como las cuentas de un rosario. Y ahora les habla de la alegría que siente al abrirles su Corazón para que entren en Él, como se pasea un amigo por el corazón de su amigo. Quiere Jesús que sus amigos, sus elegidos, sus discípulos sientan la misma alegría que reina en la Trinidad. Porque es el Amor el que provoca este gozo que no tiene comparación con ningún gozo de la tierra. Y es que, el gozo es el fruto precioso del Espíritu Santo que siempre está presente donde se da el Amor divino, el que Jesús nos ha impreso en nuestras almas: “que mi alegría esté en vosotros y vuestra alegría llegue a plenitud”. Y esta alegría es la que provoca el fruto y este fruto es el Amor: “amaos unos a otros, os lo mando”. Pero es una orden que nos llena de entusiasmo, porque es Él el que nos regala el Amor para poder hacerlo, a la manera de cómo Él lo hizo en su vida mortal. Y es que, en este momento, ya vemos que “ya no vivo yo en mí, sino que es Cristo quien vive” y, por tanto, es dejarse llevar por su misma presencia. 

¡Ojalá que este Evangelio nos adentre de lleno en Dios que se nos ha manifestado! Queremos, Señor, ¡vivir de tu Palabra que es lo que da vida eterna y gozo en el Espíritu Santo! ¡Desvélanos tu Rostro amable y misericordioso, porque Tú eres todo Amor! ¡Sin Ti, Jesús, no podemos vivir y ni siquiera existir! ¡Qué amemos como Tú a todos los hombres! ¡Qué así sea! ¡Amén! ¡Amén!

https://www.dominicaslerma.es/home-2/rincon-para-orar/5291-esto-os-mando-amaos-unos-a-otros.html

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

error: Contenido Protegido