Hola, buenos días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
¿PLANTAS?
Cuando empecé el oficio de sacristana, temía a las “plantas”. No es que no me gusten, es que me despisto con facilidad, y esto puede ser nefasto para ellas. He descubierto que no solo ese era el impedimento que tenía, sino que había otro: para mí eran simplemente meras plantas. ¿Los cuidados? Tocaba la tierra, y si estaba seca… agua.
El otro día, puse plantas con flores en la iglesia —¡son preciosas!— y decidí abordarlo de otra manera: investigué cada una de ellas, aprendiendo sobre sus características: las que piden más agua, más luz… En ese momento dejaron de ser solo plantas y pasaron a ser: clavellinas, calas, paniculata, hortensias… y empecé a entender su lenguaje, porque unas se mustian por la falta de agua y otras… por el exceso de ella. Es importante conocer a cada una.
Todo cambió cuando pasé de lo general a lo concreto. ¡Ahora disfruto! El Señor no ve “gente”, tampoco “personas”… te ve a ti: Paco, Ana, María, Juan… me ve a mí. Por eso desea tener una relación personal con cada uno de nosotros; sabe de tus necesidades, de tus dificultades, de aquello que te alegra… te mira, te cuida, se deleita contigo.
No eres anónimo para Él, todo lo contrario; no encontrarás dos personas con las mismas experiencias y, sin embargo, cada uno tiene experiencias plenas de Su Amor. Se da a cada uno según su corazón: un Dios para serenos, inquietos, sencillos, intelectuales… que se hace uno con nosotros para que podamos caminar de Su mano.
“Te he llamado por tu nombre, tú eres mío.” (Is 43,1)
Su amor contigo es así de concreto, y cuando nos dejamos amar por Él tal como somos, descubrimos el Amor que Cristo nos invita a dar a los demás, haciéndoles experimentar que son únicos y especiales.
Hoy el reto del amor es que mires de verdad a dos personas. Antes de ir a trabajar, ora por las personas con las que trabajas, y cuando se te acerquen, haz algo que les haga sentir únicos: escucha, pregunta, interésate…
VIVE DE CRISTO