Por Julieta Villar

Este 29 de abril comienza la Novena a Nuestra Señora de Luján, patrona de los argentinos, cuya fiesta se celebra cada 8 de mayo. En esta oportunidad, y en el marco del Jubileo, la Novena en su honor lleva por lema “Junto a la Virgen de Luján, renovamos la esperanza”.

La iniciativa del Santuario Nacional de Argentina tiene como propósito preparar el corazón para celebrar a la Madre, por lo que durante nueve días las oraciones y meditaciones recorrerán la historia del milagro y los protagonistas que hicieron tanto por la difusión de esta advocación, en camino a celebrar en 2030 el cuarto centenario del milagro.

Este hecho prodigioso consistió en dos imágenes de la Virgen, que eran transportadas en una carreta para ser veneradas en una capilla construida cerca de Córdoba, decidieron quedarse en el territorio donde hoy se encuentra Luján, impidiendo que el carruaje se moviera con ellas a bordo.

En este 2025 “lo que nos mueve en la oración es la esperanza, como ese don que desde lo más profundo del corazón clama hacia la luz pascual en busca de una nueva vida, más digna, más plena, más fraterna, más feliz”, afirman al invitar a rezar. 

Las oraciones recordarán desde los primeros testigos del milagro, mencionando a todas las personas que hicieron parte de la historia de esta devoción, hasta llegar a las peregrinaciones de los últimos casi 50 años, la manifestación de fe más convocante de los argentinos.

A continuación compartimos la Novena a la Virgen de Luján.

Primer día: Un signo de esperanza para estas tierras 

En este primer día de la Novena, queremos recordar el inicio de este camino de esperanza. 

Narración 

“En aquel tiempo en que el reino de Portugal estaba pacíficamente sujeto a la corona de Castilla, por cuyo motivo portugueses y castellanos comerciaban entre sí libremente, como vasallos de un mismo soberano, allá por los años de 1630 ; cierto portugués, cuyo nombre se ignora pero se sabe fue vecino de la ciudad de Córdoba del Tucumán y asentado en el pago de Sumampa, deseando tener misa principalmente en los días festivos en su hacienda, que dista de Córdoba cuarenta leguas, se propuso hacer en ella una capilla, la que quiso dedicar a la Virgen Santísima. Con esta misión, escribió a un paisano suyo que le mandase del Brasil una imagen de Nuestra Señora en el misterio de su Inmaculada Concepción, para colocarlo en dicha capilla, que ya estaba fabricando. 

A tal pedido, desde el Brasil le enviaron, no una sola, sino dos imágenes de la Concepción, para que eligiera la que mejor le pareciese. Vinieron ambos bien acondicionados cada uno en su cajón aparte; porque como eran de barro cocido no tuviesen alguna quebradura. El que trajo el encargo de estos cajones era también portugués, y habiendo llegado al puerto de Buenos Aires acomodó los cajones en un mismo carretón, y personalmente, lo condujo hasta la estancia de Rosendo Oramas, situado a 5 leguas de lo que es ahora la Villa de Luján, y aquí paró y pasó la noche. 

Oración 

Virgen de Luján, Madre Nuestra, que quisiste quedarte con nosotros para siempre para iluminar nuestro camino hacia Jesús y para sostener nuestra esperanza en los tiempos más difíciles, te pedimos que intercedas ante tu Hijo amado para que, así como en aquel tiempo donde todo empezó, sepamos encontrar en tu presencia un signo de la ternura de Dios con nosotros. Amén. Ave María. Nuestra Señora de Luján, ruega por nosotros. Amén. 

Segundo día: “Que esta esperanza sea el impulso de nuestra vida” (1) (Papa Francisco) 

En este segundo día de la novena los invitamos a contemplar el relato del milagro, aquel bendito momento en el que nuestra Madre quiso quedarse con nosotros. Narración “Al día siguiente por la mañana, la caravana que había pasado la noche en la estancia de Rosendo Oramas trató de proseguir su viaje para Córdoba, pero sucedió que, listos para tirar del carretón, los bueyes, por más que le tiraban, no podían moverlo ni un paso. 

Admirados de la novedad los circundantes le preguntaron ¿qué carga traía? Y respondió que la misma de los días antecedente, en que habían dado sin la menor dificultad, por no ser muy pesada; y pasando a individualizar la, añadió y dijo: “vienen aquí también dos cajones con dos bultos de la virgen, que traigo recomendados para la capilla nueva de Sumampa”. 

Ante este misterio tan llamativo, uno de los que estaban presentes (inspirado quizás por el Espíritu Santo) dijo: “Señor saque del carretón uno de estos cajones, y observemos si camina”, así se hizo, pero en vano, porque por más que tiraban los bueyes, el carretón no se movía. Cámbiense, pues, los cajones replicaron el mismo, veamos si hay en esto algún misterio. Quitó el cajón que había quedado y cargó el que se había sacado, y luego sin más estímulo tiraron los bueyes, y el carretón se movió sin dificultad. 

Todos entendieron este signo como un designio de la divina Providencia, que la imagen de la Virgen encerrada en aquel cajón se quedase en aquel paraje, como en efecto se quedó, prosiguiendo la otra a su destino. 

Cuando se abrió el cajón, se encontró un bulto de la Purísima Concepción de media vara de alto, Imagen hermosísima de la Virgen con las manos juntas ante el pecho, y el ropaje estofado de la misma materia”.  

(1) (Homilía en la Santa Misa con el rito de canonización de los beatos Francisco Marto y Jacinta Marto. Vaticano, 13 de mayo de 2017)

Oración 

Señor, que nos regalaste a María como Madre, haciendo de ella el impulso de nuestra vida, la causa de nuestra esperanza, en aquella imagen de la limpia y pura concepción, te pedimos que nos ayudes a nunca perder la fuerza para seguir luchando en la vida, ayudando siempre a los más frágiles a no perder la esperanza. 

Tercer día: La esperanza más anhelada, la libertad 

En este tercer día de la novena, siguiendo con la narración de la historia de la Virgen de Luján, los invitamos a contemplar la figura de uno de los principales protagonistas de esta historia, el Negro Manuel. 

Narración 

¿Dinos, Manuel, que has visto y oído? ¿Qué han tocado tus manos? ¿Qué ha palpitado tu corazón? 

Poco tiempo después de lo sucedido con los carretones, a corta distancia de la estancia de Don Rosendo, se levantó una pequeña capilla, y se destinó un negrito llamado Manuel, natural de Angola, de rara candidez y simplicidad, para que cuidara del culto de la Santa Imagen particularmente de la lámpara que la iluminaba y que ardía incesantemente. El Negro cumplió el ministerio de sacristán con suma abnegación a lo largo de cincuenta y cuatro largos años, considerándose, según se lo había dicho su primitivo amo, como afirma el cronista Antonio Oliver, “pertenecer a la Virgen, y que no tenía otro amo a quien servir más que a la Virgen Santísima”. Fue así que desde aquel instante el Negro Manuel se convirtió en esclavo donado a su exclusivo servicio, profundo convencimiento que lo llevó a repetir sin claudicar: “Soy de la Virgen no más”. 

Con el correr del tiempo el Negro Manuel pasó a ser propiedad de los herederos de su primitivo dueño Bernabé González Filiano los esposos Pedro Gutiérrez de Garcés y Catalina Páez Clavijo (Trigueros), quienes pretendieron llevarlo a Buenos Aires, arrancándolo de al lado de la Virgen de Luján; y por considerarse esclavo de Ella inició un pleito y litigio ante la Audiencia de Buenos Aires para ser declarado como tal, sosteniendo en su defensa “ser de la Virgen nomás”, y que su antiguo amo le había dicho varias veces que lo había entregado al servicio de la Santa Imagen, en calidad de donado a Ella para siempre. 

El pleito concluyó en 1674, cuando Ana de Matos saldó una deuda de cien pesos, y el pueblo de Luján, mediante colecta pública, compró al Negro Manuel en la suma de doscientos cincuenta pesos. De esta manera, pudo continuar su obra de piedad mariana y el culto de la Santa Imagen sin contar ya con amo humano alguno, en el oratorio y capilla levantados en aquel paraje, que con el correr del tiempo se convirtió en la “Villa de Luján”, cuya fundación se le atribuye a la misma Santísima Virgen. Tal como lo expresa la rayera que adorna la Imagen: “Es la Virgen de Luján la primera fundadora de esta Villa”. 

Oración 

Padre bueno, vos que sembraste en el corazón humano un enorme anhelo de libertad, aumenta en nosotros la luz de la esperanza, para que lleguemos algún día, como tu siervo el Negro Manuel, a ser totalmente libres, con el corazón anclados en el corazón de la Virgen de Luján, quedando libres de todas las formas actuales de esclavitud, amen. 

Ave María. 

Nuestra Señora de Luján. Ruega por nosotros. 

Cuarto día: La espiritualidad del Negro Manuel, ser peregrino de la esperanza 

En este cuarto día de la Novena, nos proponemos profundizar aún más en la vida del querido negro Manuel, atendiendo de modo especial a su profunda piedad mariana y a su providencial muerte, un modelo para todos nosotros. 

Narración 

La piedad mariana de Manuel reconoce a su favor varios títulos: fidelidad al cargo recibido, sencillez candorosa, espíritu de oración y de penitencia, y llamativa familiaridad en el trato con la Santísima Virgen, y ello en sumo grado. Trato que le permitía dirigirse a su “Ama” con una sencillez enternecedora, que expresa la suma confianza propia del hijo a su madre. Junto con el amor a la Sagrada Imagen ejercitaba Manuel las obras de misericordia. Recibe con respeto a los enfermos y mediante sus plegarias, las unciones que le hace con el cebo o el aceite que arde en el altar de la Virgen, o las infusiones que les da beber, les procuraba consuelo y mejoría. 

…más aún, alcanzaba de Dios extraordinarias curaciones, como sucedió con el presbítero Pedro de Montalvo. A Manuel, fiel servidor de la Virgen, lo vieron sus contemporáneos ocupado continuamente en atender con diligencia preferentemente a los peregrinos; en enseñarles a pedir el favor de Dios con confianza y sencillez, invocando la poderosa intercesión de María; en señalar a los ignorantes los caminos de la salvación; en consolar a los tristes y afligidos; en atender a los enfermos; en socorrer a pobres y menesterosos; a volver a los extraviados al perdón divino, preparándolos a la recepción de los sacramentos; a recordar y agradecer la milagrosa historia de la Virgen de Luján; y a propagar el rezo fervoroso del rosario por los vivos y difuntos. 

Oración

Padre bueno, que en la figura del Negro Manuel nos regalaste el modelo de un místico capaz de unir su corazón con el tuyo, te pedimos nos regales recorrer siempre el peregrinar de la vida unidos a María, siendo peregrinos de esperanza para todos quienes se crucen en nuestro camino. Amén. 

Ave María 

Nuestra Señora de Luján, ruega por nosotros. 

Quinto día: Doña Ana de Matos, mujer de esperanza 

En este quinto día de la novena, continuamos narrando los comienzos de esta gran historia de amor que marcó a fuego la piedad del pueblo argentino. Hoy narraremos la intervención de una mujer excepcional, Doña Ana de Matos. 

Narración 

Habiendo muerto Don Rosendo Oramas, y por algunos descuidos en su estancia, la capilla de la Virgen quedó en un área despoblada, que presentaba ciertos peligros para los peregrinos que llegaban incesantemente a visitarla. Por providencia divina, deseosa de remediar esta necesidad, y ansiosa de que se aumentase los cultos a la Purísima Madre, una señora llamada doña Ana de Matos, viuda del sargento mayor don Marcos de Sequeyra , pidió al heredero de la estancia de Rosendo, llamado Juan Oramas , cura párroco de la Iglesia Catedral de Buenos Aires, le concediese dicha Imagen, asegurándole que la cuidaría, y le haría capilla en su estancia, que estaba más cerca de Buenos Aires, a unas cuatro o cinco cuadras de donde está hoy la Basílica. 

El padre Oramas accedió porque se daba cuenta que los concurrentes a la capilla robaban el ganado de la estancia. Así, doña Ana consiguió la Imagen por unos doscientos pesos. 

Oración 

Padre nuestro, que en la Virgen nos regalaste a una mujer de esperanza en quienes se refleja la esperanza de toda mujer, te pedimos que, así como a Doña Ana de Matos la ayudaste a no perder la alegría del servicio a la Virgen aun en las dificultades, cuides y bendigas a todas las mujeres, especialmente, a aquellas que son víctimas de la violencia en cualquiera de sus formas, para que nunca pierdan la alegría de ser portadoras de esperanza y de vida para todos. Amén. 

Avemaría. 

Nuestra Señora de Luján, ruega por nosotros. 

Sexto día: La esperanza que no defrauda. La lucha de Doña Ana de Matos 

En este sexto día de novena, nos proponemos recorrer la historia de cómo Doña Ana de Matos tuvo que luchar para lograr establecer el culto mariano definitivamente en Luján. La Virgen se escapa a visitar a sus hijos y la fe de Ana logra hacer que María decida quedarse en Luján y, por consiguiente, Dios mire con agrado este sitio. 

Narración 

Habiendo llevado, Doña Ana, la Santa Imagen a su casa, la colocó en un cuarto decente con ánimo de edificarle en breve una capilla pública. Pero al día siguiente advirtió, no sin susto, que no estaba la Imagen en donde la había dejado el día antes, ni apareció en toda la casa, por más que la buscó. Afligida con este cuidado le vino al pensamiento si la Virgen se habría vuelto a su antigua capilla de Oramas. Hizo la averiguación, y encontró la Imagen en su antiguo sitio. Volvió por ella por segunda vez, y por segunda vez volvió a faltar de su casa, y a encontrarse en la primera capilla sin ningún tipo de intervención humana. 

Desconsolada doña Ana con tan extraña novedad, ya no se atrevió a llevarla tercera vez, cuando a su parecer le daba a entender que no gustaba de estar en su casa. No obstante, movida por una luz superior, tomó la acertada decisión de comunicar esta novedad a los cabildos eclesiástico y secular de Buenos Aires. Ya por entonces era famosa en esta ciudad la Imagen de Nuestra Señora de Luján por los respectivos milagros que contaban los que en sus aflicciones la invocaban, por lo que fácilmente doña Ana gano la confianza de aquellos hombres. 

Ante este caso, el obispo de esta diócesis don Fray Cristóbal de la Mancha y Velasco, y el gobernador de la provincia señor don Andrés de Robles, dispusieron ir a cerciorarse mejor de lo sucedido, y a trasladar la Santa Imagen a la hacienda de la dicha doña Ana de Matos, en donde los vecinos de Buenos Aires pudiesen hacer con mayor provecho sus peregrinaciones. 

Bien informados sobre la verdad del suceso levantaron en andas la milagrosa Imagen, y formando una procesión en que todos iban a pie y muchos enteramente descalzos se encaminaron a la casa de dicha doña Ana. Como el trecho era tan largo, no menos de cinco leguas españolas, no fue posible que llegasen el mismo día; por lo que entrando la noche todos hicieron estación en la Guardia Antigua que estaba en tierras de don Pedro Rodríguez Flores. Al salir el sol se prosiguió en procesión con soldados de guardia hasta llegar a la casa de Doña Ana. Aquí se erigió en una habitación un altar en que se colocó la Santa Imagen, y el obispo autorizó para que en él se celebrase misa. Por espacio de tres días consecutivos se cantaron Misas solemnes, haciendo la gente muchas demostraciones de regocijo. 

Oración 

Padre justo, nos alegramos inmensamente con la presencia de María entre nosotros y te pedimos, humildemente, sostenidos por esta esperanza que no defrauda, la esperanza de que la luz de la vida siempre triunfa, que nunca bajemos los brazos ante las dificultades, como lo hizo Ana de Matos, y que sepamos siempre poner los ojos en María, cuya esperanza ilumina la nuestra para poder sostenernos unos a otros en este peregrinar en la historia. Amén. 

Avemaría. 

Nuestra Señora de Luján, ruega por nosotros. 

Séptimo día: La piedra de la esperanza, el primer templo de la Virgen 

Narración 

Algún tiempo después, Doña Ana decidió comenzar la construcción de una capilla a Nuestra Señora, en un territorio de su propiedad distante cuatro cuadras de su misma vivienda, poniendo como condición que jamás se moviese la imagen de dicho territorio. Por el año 1677 se empezó en dicho la obra de la nueva capilla, cuyos primeros cimientos abrió un religioso carmelita portugués llamado fray Gabriel. La obra iba lenta hasta que Dios quiso adelantarla con el siguiente milagro. Por el año 1684 sucedió que don Pedro Montalbo, clérigo presbítero de Buenos Aires, enfermó gravemente de asma, que en poco tiempo lo redujeron a tísico confirmado. En su angustia, decidió venir a visitar a Nuestra Señora de Luján con el desafío de vivir o morir en su compañía. Una legua antes de llegar a la vivienda de Doña Ana, le apretó de tal manera el ahogo que lo tuvieron por muerto los compañeros. Llevándolo como pudieron y el Negro Manuel viéndolo en ese estado letal, le ungió el pecho con el aceite de la lámpara, y con esto volvió en sí. Luego le dijo que tuviese fe en que había de sanar perfectamente de su enfermedad, porque su Ama (así llamaba a la Virgen) lo quería para primer capellán, y que así había de su suceder. A continuación, echó mano de algunos de aquellos cadillos y abrojos que solía guardar cuando los despegaba del vestido de la Imagen, mezclados con una poca de tierra del barro que sacudía de sus fimbrias, y pidió a ciertas señora llamada doña María Días, le hiciera de todo ello un cocido. Dio a beber al enfermo en nombre de la Santísima Virgen, y con sólo este remedio quedó libre de sus ahogos y enteramente sano. 

En agradecimiento don Pedro se quedó como capellán de la Virgen, y le sirvió diez y seis años continuos con singular devoción y esmero. El nuevo capellán tomó con todo empeño la decisión de edificar la capilla, y para darle más calor a la obra suplicó al gobernador don José Garro le ayudase a concluirla; y en efecto se concluyó tan en breve que el año de 1685 ya se pudo celebrar la colocación de la Santa Imagen en su nicho. El padre Montalbo, agradecido, promovió con esfuerzo la devoción a la Santa Imagen celebrando anualmente y con toda la solemnidad la fiesta de la Inmaculada Concepción el día 8 de diciembre; y con los repetidos prodigios que se experimentaban tomó la devoción a la Virgen de Luján tanto vuelo que no sólo los vecinos de Buenos Aires, sino también de las provincias muy remotas venían en romería buscar en este santuario el remedio de sus males. Con esto empezó a poblarse aquel pago, y para el espiritual consuelo de sus moradores el ilustrísimo señor don Antonio Azcona Imberto, obispo de Buenos Aires, no sólo confirmó a la capellanía de don Pedro Montalbo, sino también le dio facultad para la administración de todos los sacramentos y funciones parroquiales. 

Oración 

Dios Amor, que en el testimonio del padre Pedro Montalvo nos has regalado la inspiración de poder tener un lugar sagrado para encontrarnos con la Virgen, con la construcción de su primer templo, te pedimos por intercesión de la Virgen de Luján que nos regales poder esperar siempre en Ti como esa roca firme sobre la cual podemos construir nuestra vida. Amen. 

Ave María 

Nuestra Señora de Luján, ruega por nosotros.

Octavo día: El padre José María Salvaire, testigo de esperanza

Narración

En este octavo día del camino de preparación para la fiesta de nuestra madre, nos queda contemplar la obra del Gran Capellán de la Virgen, el sacerdote vicentino Jorge María Salvaire.

El padre Salvaire nació en Francia. A los 24 años fue ordenado sacerdote y enviado a la Argentina, como profesor en un colegio de la Congregación de la Misión, a la cual pertenecía. Un año después de su arribo a Buenos Aires, en 1872, fue destinado al

Santuario de Nuestra Señora de Luján. En 1875, en una misión en las tolderías de Azul, ante una situación que puso en riesgo su vida, hizo a la Virgen tres promesas: escribir su historia, propagar su culto y construirle un nuevo templo, pues para él “Esta perla necesitaba otro cofre”. Lo primero que hizo fue escribir la Historia de la Virgen, plasmando la fe y el amor que el pueblo argentino tiene a su Madre de Luján. Al ser nombrado en 1889 Cura y Capellán del Santuario, puso en marcha la construcción de la Basílica. Todo lo que hacía en torno a esta empresa, pero también lo referido a grandes acontecimientos en la historia de la Virgen lo plasmó en su revista “La Perla del Plata”.


Supo trabajar con gran esmero por lograr su sueño de la nueva casa para la Virgen, sin embargo, falleció repentinamente en 1899, sin ver terminada la obra que se terminaría en 1930.

Oración

Dios de la paz, que en el testimonio del padre Salvaire nos enseñaste que la esperanza es el faro que alumbra nuestros sueños, te pedimos que nos regales esa misma esperanza que llevó a este enorme hombre a entregarse de todo corazón a la Virgen María y a tu pueblo, siendo el servicio, la oración y la fraternidad el principio de nuestra felicidad. Te lo pedimos, por intercesión de nuestra querida Virgen de Luján. Amen.

Ave María

Nuestra Señora de Luján, ruega por nosotros.

Noveno día: La esperanza de un pueblo. La peregrinación juvenil a Luján

Narración

Hacia el mes de octubre de 1975 se realizó la primera peregrinación juvenil a pie desde el Santuario de San Cayetano de Liniers hasta el Santuario de Nuestra Señora de Luján.

Fue una peregrinación que pretendió movilizar el corazón y la sensibilidad de los jóvenes de aquel momento, dándole una impronta popular y con una organización más espontánea de la que tiene hoy en día.

Una de las fuentes inspiradoras de esta peregrinación fue el padre Rafael Tello, sepultado hoy en el Santuario de la Virgen a los pies del altar de la Medalla Milagrosa.

Este sacerdote porteño entendió que la esperanza del pueblo se manifiesta en la alegría del encuentro con los hermanos y hermanas que, unidos por el camino de la vida, buscan un eco de la voz del Señor al amparo de la Virgen, y puntualmente en el corazón joven de la Argentina que, en aquel entonces y hoy también, busca recobrar la esperanza de poder cumplir sus sueños de una vida más digna. A lo largo de tantos años, donde la peregrinación fue ganando en popularidad y en complejidad, la Virgen de Luján se fue convirtiendo en testigo del amor de Dios en la vida de millones de hijos que vienen a dejar a sus pies sus alegrías, sus acciones de gracias, como así también sus dolores, sus incertidumbres y sus miedos.

Esta experiencia mística llegó a ser, hoy en día, quizás, la expresión religiosa más importante del país, experiencia que supo tener entre uno de sus tantos protagonistas al entonces Cardenal Jorge Mario Bergoglio, hoy Papa Francisco, quien, en una oportunidad, se refirió a este fenómeno compartiendo un testimonio muy sacerdotal en el Santuario, al declarar: “cuanto más cercano se está a la gente mejor se predica o mejor se acerca la Palabra de Dios a sus vidas. Así llega la Palabra de Dios con una experiencia humana que necesita de esa Palabra”.

Las peregrinaciones son la imagen de lo que significa todo el amor que la Virgen ha ido suscitando en el pueblo argentino a lo largo de tantos años, caminando en la esperanza hacia los 400 años del milagro.

Oración 

Señor, que nos haces tu pueblo por medio de tu alianza de amor, te pedimos con insistencia que la esperanza que se manifiesta en el pueblo peregrino, la esperanza de una vida más digna y más unida a vos, sea para todos los argentinos un motivo de alegría y de celebración. Amén. 

Ave María 

Nuestra Señora de Luján, ruega por nosotros.

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