Redacción/PERIÓDICO SAGRADA FAMILIA

«No hice un libro para que lo recordaran… lo hice para que nadie más tuviera que tener miedo a las matemáticas.»

Mi nombre es Aurelio Baldor, y aunque hoy muchos me conocen por ese libro que todos tuvieron en la mochila, mi historia está llena de ecuaciones que la vida me puso sin previo aviso. Nací en La Habana, en 1906, y desde joven me fascinó enseñar. Pero no enseñar fórmulas… sino enseñar con amor. Porque yo mismo sufrí a maestros que enseñaban con miedo, y decidí que, si quería cambiar eso, tenía que escribir algo que ayudara a millones.

Escribí el Álgebra de Baldor en medio de noches sin dormir, repasando problemas hasta que fueran tan claros como una charla entre amigos. Pero cuando la Revolución Cubana llegó, mi vida se partió en dos. Fui perseguido por mis ideales, y tuve que huir con mi familia. Dejé mi escuela, mis libros, mi país. Cruzamos a Estados Unidos casi sin nada. Mi álgebra cruzó fronteras conmigo… y fue lo único que no se quedó atrás.

Muchos creyeron que con el exilio mi historia terminaría. Pero lo que nadie sabía era que yo no escribí ese libro para un país… lo escribí para el mundo. Pronto, el Álgebra de Baldor estaba en toda América Latina. Se volvió un clásico. Se volvió la pesadilla de algunos… y el salvavidas de otros. Pero más que números, ese libro era mi testamento: una lección de resistencia.

«Mi álgebra no solo resolvía ecuaciones… resolvía dudas, miedos y silencios de generaciones enteras.»

“Hay cosas que no se hacen por fama ni dinero… se hacen porque el conocimiento, cuando se comparte, se convierte en libertad.” Aurelio Baldor.

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