Konaté Hernández/PERIÓDICO SAGRADA FAMILIA
Cancún, Quintana Roo.— La Iglesia vivió con devoción y amor la entrada triunfante de Jesús a Jerusalén, mientras los fieles aclamaban con júbilo «Bendito el Rey que viene en nombre del Señor», en los diferentes recintos.
El Domingo de Ramos marca la pauta de apertura a la Semana Santa con la entrada triunfante de Jesús a Jerusalén en un burrito y la bendición de las palmas.
La Santa Misa de este domingo la presidió Monseñor Pedro Pablo Elizondo Cárdenas, L. C., en la Catedral de la Santa Cruz y Santísima Trinidad, en Cancún.
La Iglesia se llenó de colorido con las expendedoras de los diferentes artículos religiosos elaborados con hojas de oliva, palma o huano, que la gente adquiría a bajo costo para llevar a sus hogares ya bendecidas.
La predica fue del Evangelio según San Lucas, leído por el sacerdote con apoyo de dos lectores para ayudar a los fieles a vivir este ciclo litúrgico y ayudarnos a comprender el sentido propio de la «entrada triunfante».
Al concluir la Santa Misa en la Catedral, Nicte Ha Sabido Ku, coordinadora de Evangelización Creativa instó a la ciudadanía, visitantes nacionales y extranjeros a vivir y acompañar a Nuestro Señor Jesucristo en el Viacrucis viviente.
Reiteró que la cita es este viernes Santo 18 de abril en Playa Delfines (Mirador Cancún), a partir de la 1:00 pm en la que se desarrollarán diversas actividades durante la tarde.
En la explicación del Evangelio, se dijo que son tres características que se presentan en la lectura de este domingo: el burro, la gente que tapizó el camino con sus mantos y la aclamación: «Bendito el rey que viene en el nombre del Señor».
El burro considerado como la montura propia de un príncipe que, al entrar a la ciudad expresa su sentido de paz (cfr. Zac 9,9). El gesto de la gente que tapiza el camino con sus mantos tiene una connotación de realeza (cfr. 2Re 9,13).
La aclamación «Bendito el rey que viene en el nombre del Señor» –ya mencionada por Jesús–(Lc 13,35), proviene del Salmo 118, y era utilizada por los sacerdotes como una «oración litúrgica» para recibir a los peregrinos; pero, ahora, tiene un realce especial, porque, a través de las palabras, se reconoce a Jesús como el Mesías esperado, el «Príncipe de la paz».
Jesús entra triunfante como Mesías humilde y manso para establecer una Nueva Alianza, y reconciliar el cielo con la tierra y al hombre con Dios. Jesús entra a la Ciudad Santa, con el «rostro firme» de su destino en la Cruz.
El Señor revela que no es la muerte, ni la violencia, mucho menos el odio, las últimas palabras sobre el destino del hombre, sino Él, que es la Palabra del Padre, quien al entregar su vida en la Cruz y al resucitar, enseña el sentido más sublime: «el amor vence, paradójicamente, dejándose vencer».
Oración
Dios todopoderoso y eterno, tú quisiste que nuestro salvador se hiciese hombre y muriese en la cruz, para mostrar al género humano el ejemplo de una vida obediente a tu voluntad; concédenos que las enseñanzas de su pasión nos sirvan de testimonio, y que un día participemos en su gloriosa resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Amén.
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