Hola, buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
UN POQUITO CADA POCO
Al comenzar a preparar los cantos que necesitaremos para la liturgia de la Semana Santa, me daba cuenta de lo importante que es tener la garganta bien hidratada. Y la forma más eficaz es beber agua. Lo curioso es que no es mejor beber mucho de golpe, sino beber un poquito, pero muchas veces a lo largo del día.
Muchas veces nos sucede lo mismo con el Señor. Nos gustaría que Él fuera el centro de nuestro día, porque sabemos que, cuando le dejamos ocupar su lugar en nuestra vida, lo vivimos todo de otra manera: nos brota la alegría, la paz, vemos enseguida nuestra pequeñez, pero también nos experimentamos amados e impulsados a amar con ese mismo amor a los demás…
Pero, ¿cómo hacer para mantenernos siempre en su presencia? Porque la realidad es que, a la primera de cambio, nos centramos en lo que tenemos por delante y nos despistamos de lo único importante.
Pues esto es igual que lo del agua. Para vivir de Cristo a cada instante, qué bueno es tener, a lo largo del día, un espacio de tiempo dedicado solo a Él. Esta es la verdadera fuente, de la que podemos beber también durante todo el día a través de pequeñas cosas que nos ayuden a descubrirle. Por ejemplo, llevando un crucifijo en el bolsillo y agarrarlo cada vez que surge una dificultad; detenernos al inicio o al final de cada tarea para hacerla juntos o para darle gracias por ello; o pegando una pegatina de Jesús en tu botellín de agua… ¡es la creatividad del amor!
Tenemos la certeza de que Él siempre está con nosotros, así que, en realidad, se trata de pedirle unos ojos nuevos para descubrirle a cada paso. Todo nuestro día es del Señor, no solo nuestro rato de oración. Así que, estemos donde estemos o hagamos lo que hagamos, podemos experimentar cómo nos cuida.
Hoy, el reto del amor es buscar al Señor entre mis cosas. Hoy, mantén “hidratado” el corazón, y déjate enamorar por el Señor.
VIVE DE CRISTO