Hola, buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
EL CORAZÓN QUE MEJOR ARDE
Hemos estado arreglando el jardín del Noviciado. Lo más urgente era podar los árboles, ¡pues ya vamos algo tarde!
En poco tiempo juntamos un buen montón de ramas en la zona preparada para quemar. Quise encender el fuego… pero aquello no prendía de ninguna de las maneras.
Lo cierto es que hacía un viento espantoso, así que, según aparecía la llama, ¡se apagaba! Traté de cubrirla con mi cuerpo, poner las hojas de periódico de forma estratégica… pero todos mis intentos resultaron vanos.
En ese momento se nos ocurrió llevar madera vieja y seca. La pusimos en el montón, ¡y las llamaradas crepitaron con alegría en cuestión de segundos!
De pronto entendí: las ramas secas acogen el fuego rápidamente, ¡y son ellas las que pueden trasmitirlo a las ramas verdes!
Lo impresionante es que esto se cumple cada día en la Iglesia: ¿acaso no nos encontramos con muchas personas mayores? Alguien puede pensar que solo son “leña seca”, sin embargo, ¡sin ellas no hay fuego!
Cuando María y José llevan a Jesús al Templo para presentarlo al Señor, se encuentran… ¡¡con dos ancianos!!
Simeón y Ana fueron los primeros en reconocer a Cristo. Ellos no necesitaron un coro de ángeles, como los pastores, ni una estrella, como los Magos. Ellos, simplemente, llevaban toda la vida escuchando al Señor, buscándole en todo, ¡¡tenían un corazón entrenado, sensible a los susurros de Dios!!
Así, la chispa del amor prendió rápido en sus corazones, ¡y al instante extendieron ese fuego!: “alababa también a Dios y hablaba del niño a todos” (Lc 2, 38).
Es precioso encontrarse con alguien así, alguien que ha dejado que toda su vida esté marcada por Cristo, que se ha dejado transformar por Él, por su amor, ¡y que cada día vuelve a buscarle con entusiasmo sin importar los años!
El testimonio de tantas vidas entregadas a Cristo, rebosantes de ternura y felicidad, ¡nos anima y nos enciende!
Hoy el reto del amor es que des gracias por una persona mayor que alimenta y aviva la llama de tu fe.
VIVE DE CRISTO