Hola, buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
EL REMEDIO DEFINITIVO
¡He comprobado un remedio buenísimo! Cuando se te llenan las manos de resina, lo mejor es frotarse con apenas una gota de aceite, y la resina desaparece por completo. Increíble.
Quizá parezca que no es un remedio muy útil para todos. Bueno, nosotras, al tener gloria y tener que manipular la leña, inevitablemente terminamos untándonos de vez en cuando con esta sustancia tan pegajosa. Pero para otras personas, ¿no resultará tan útil… o quizá sí?
Durante esta semana, en la que me ha tocado encender la gloria, no ha habido un solo día en que no haya acabado con las manos llenas de resina. Y después de volver una y otra vez a tomar el aceite entre mis manos, me resultó muy fácil descubrir que el Señor me hablaba de otra resina… ¡y de otro Aceite!
¿Cuántas cosas se “pegan” a nuestra vida? Algunas nos sobrevienen sin buscarlas; otras, en cambio, son aquellas en las que nos sumergimos nosotros mismos y solo caemos en la cuenta cuando vemos el resultado en nuestras manos…
Y es que el camino de la vida es así: un aprendizaje en el que cada acontecimiento del día a día tiene algo que enseñarnos. Pero podemos caminar confiados porque tenemos el remedio a mano. ¡El aceite es el Señor! Es la bendición del Señor, que se derrama de mil maneras: en su Palabra, en los sacramentos, en los hermanos… Es Él quien nos unge, quien nos regala su Espíritu para hacernos nuevos.
Fue Jesús mismo quien envió a sus discípulos a predicar y a ungir con aceite, para que llevasen al mundo Su Salvación. Y es que solo Él puede obrar ese milagro: lo que para nosotros es imposible, Él lo realiza.
Nuestra parte es no cansarnos nunca de volver a Él, hasta que, de tanto ir y volver, decidamos quedarnos ya por siempre pegados a Él.
Hoy el reto del amor es volver a Jesús. Si sientes que eso que tienes entre manos te supera, si ya no quieres apegarte a otras cosas, si ves tus manos llenas de “resina” y no sabes qué hacer: ¡vuelve a Jesús!
VIVE DE CRISTO