Hola, buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
JESÚS TE ESPERA
¿Cuál es el lugar en el que pasamos más horas al día? Sin lugar a dudas, la capilla. Es ahí donde nos reunimos a lo largo del día para orar con la liturgia de las horas, hacer nuestra oración personal, participar en la Eucaristía…
Precisamente por esto, hemos tenido que poner un purificador de aire, porque enseguida notamos que el ambiente se sobrecarga y, sobre todo, afecta a las más alérgicas.
Nada más enchufarlo, se puso en rojo, mostrando claramente que necesitaba trabajar. A medida que pasa el tiempo, va cambiando de color, de rojo a morado, hasta llegar al azul. A simple vista no se nota ninguna diferencia, pero en realidad todo ha cambiado, porque el aire que respiramos es puro.
La oración es como ese purificador de aire que trabaja en nuestro corazón. Es el lugar donde dejamos actuar al filtro, que es el Señor, para que Él transforme todos “nuestros aires”, limpie nuestras heridas y nos devuelva un corazón sano, ágil para amar, fuerte y lleno de vitalidad.
Nuestro corazón experimenta esto cada día, por eso necesitamos acudir al Señor diariamente, detenernos un rato con Él y dejar que obre en nosotros. Quizá pensemos que no se nota nada, pero la realidad es que, al salir de la oración, ya nada es igual. Nunca salimos igual que entramos si estamos con el Señor.
A Él no se le escapa nada de nuestra vida: todo lo conoce y, aun así, nos ama. Y más aún… ¡nos salva!
Hay una escena del Evangelio que me encanta: la mujer que sabía que, con tan solo tocar el borde de su manto, quedaría curada. Y qué regalo tenemos nosotros, que no solo podemos tocarlo, sino que podemos hasta alimentarnos con su Cuerpo y Sangre. Podemos sentarnos a sus pies o leer una carta dirigida a nosotros en su Palabra…
Hoy el reto del amor es parar unos minutos con Jesús. Si supieras que hoy va a pasar el Mesías delante de ti, ¿qué le dirías? Pues bien, esto se hace realidad: ¡hoy te espera!
VIVE DE CRISTO