«La batalla final entre el Señor y el reino de Satanás será acerca del matrimonio y de la familia”.
El 13 de febrero de 2025 marca el 20º aniversario del fallecimiento de la Sierva de Dios Sor María Lucía de Jesús y del Inmaculado Corazón.
Sor Lucía fue una de los tres pastorcitos testigos de las apariciones marianas en Fátima. Vivió hasta los 97 años y su causa de canonización sigue en curso.
Aunque pasó la mayor parte de su vida tras los muros de clausura de un convento carmelita, Sor Lucía regaló al mundo una riqueza de sabiduría atemporal.
A continuación, te presentamos cuatro poderosas citas de Sor Lucía:
«El infierno es una realidad. Es un fuego sobrenatural y no físico, y no puede ser comparado al fuego que arde, de madera o de carbón… Continúen predicando sobre el infierno porque Nuestro Señor mismo habló del infierno y está en las Sagradas Escrituras. Dios no condena a nadie al infierno. Dios dio a los hombres la libertad de escoger, y Dios respeta esa libertad humana”.
«Hay pequeñas espinas que causan mayor dolor que otras mucho más grandes. Depende de dónde hieran. Nuestra vida está sembrada de pequeños y grandes sufrimientos, la mayoría de los cuales nos suceden sin que quienes nos rodean tengan la intención de herirnos. Y eso acontece inevitablemente en todos los modos de vida”.
«Dado que todos necesitamos rezar, Dios nos pide, como una especie de cuota diaria, una oración que esté a nuestro alcance: el Rosario, que puede rezarse en común o en privado, en la iglesia ante el Santísimo Sacramento o en casa, con la familia o a solas, viajando o caminando tranquilamente por el campo. Una madre de familia puede rezar el Rosario mientras acuna a su bebé o realiza las tareas del hogar. Nuestro día tiene 24 horas. No es pedir demasiado reservar un cuarto de hora para la vida espiritual, para nuestro encuentro íntimo y familiar con Dios”.
«La batalla final entre el Señor y el reino de Satanás será acerca del matrimonio y de la familia”.
Oración por la beatificación de Sor Lucía:
Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo,
os adoro profundamente y os agradezco
las apariciones de la Santísima Virgen en Fátima
para manifestar al mundo las riquezas de su Corazón Inmaculado.
Por los méritos infinitos del Santísimo Corazón de Jesús
y del Corazón Inmaculado de María,
os pido que, si es para vuestra mayor gloria y bien de nuestras almas,
os dignéis glorificar ante la Santa Iglesia
a la Hermana Lucía, pastorcita de Fátima,
concediéndonos, por su intercesión, la gracia que os pedimos.
Amén.