Hola, buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
“POR SAN BLAS… VOLARÁS”
Si ayer estábamos de fiesta, hoy continuamos… ¡y con una fiesta muy especial! Celebramos a San Blas, el santo titular de nuestro monasterio, el protector de nuestra comunidad.
La verdad es que hay muchas preguntas e interrogantes sobre él. Unos lo confunden con otro Blas, el de Sebaste (Armenia); sin embargo, el nuestro es de Oreto (España). Muchos nos preguntan qué tiene que ver con los dominicos y, en realidad, creo que el vínculo más estrecho es, precisamente, el de ser el santo de esta comunidad dominicana. Y cuando buscan datos documentados sobre su vida, la verdad es que no hay muchos… o, más bien, sí los hay, pero no están publicados en internet.
Ayer, en la oración de la tarde, me di cuenta de que, por mi racionalismo, me ha costado cogerle cariño a nuestro santo y mirarle como lo que es: nuestro santo protector. Y es que a nosotros nos gusta conocer, saber a ciencia cierta, estudiar los hechos acontecidos y así poder hacernos una idea lo más cercana posible a la realidad. Pero cuando se trata de la fe… el racionalismo no me deja volar.
Sin embargo, sé que hay algo que rompe las ataduras de una búsqueda obstinada de razones y justificaciones: una experiencia, un acontecimiento del Señor que transforma mi vida. Esto es lo que nos abre las puertas del verdadero conocimiento. Porque conocer todo sobre una exquisita fruta está muy bien, pero qué diferente es al probarla…
¡Así son las cosas del Señor! Él quiere que gustemos de su amor, porque solo ese don es capaz de mover un alma hasta el martirio. Esto es lo que le tuvo que suceder a San Blas, y esto es lo que hoy nos quiere regalar también a nosotros el Señor.
Hoy, el reto del amor es soltar los racionalismos. Que tu fe pueda pasar por encima de esas razones que te impedían volar. Ya podemos cambiar aquel refrán que decía: “Por San Blas, la cigüeña verás…”. ¡Que él nos enseñe a volar!