«Ganaba mucho dinero y básicamente me pagaban por hacer lo que otros hacían en su tiempo libre. Pero me sentía completamente miserable”.
El Padre Kevin Reilly, párroco de la iglesia St. Patrick en Mystic, Connecticut (EE. UU.), descubrió su vocación a través de un sorprendente giro en su vida. Tras una juventud turbulenta como bartender, una profunda experiencia espiritual lo llevó a abrazar el sacerdocio.
En un artículo publicado por el National Catholic Register, el periodista Peter Laffin compartió el testimonio del P. Reilly, quien ha inspirado a muchas familias jóvenes a redescubrir su fe a través de su ejemplo y su apostolado.
Durante los años 90, Reilly trabajó brevemente en el Capitolio después de graduarse de Georgetown University. Sin embargo, prefirió regresar al mundo del bartending, oficio que descubrió en sus años universitarios y que, según él, ofrecía ingresos atractivos.
En una homilía reciente, el sacerdote recordó esos años marcados por un estilo de vida que era un claro ejemplo de lo que la cultura promovía.
“Todos me decían lo genial que era mi vida. Trabajaba solo tres o cuatro días a la semana, ganaba mucho dinero y básicamente me pagaban por hacer lo que otros hacían en su tiempo libre. Pero me sentía completamente miserable”.
En busca de un cambio, se mudó a San Francisco, donde continuó como bartender y comenzó una relación amorosa, decidiendo viajar a Washington D. C. Sin embargo, esta nueva etapa tampoco llenó su vacío interior.
Fue entonces cuando decidió leer un libro sobre la Virgen María que su madre le había regalado tiempo atrás. Esa lectura transformó su vida. Al leer las páginas, tuvo una visión de la imagen de Jesús que lo cautivó profundamente. Pasó largos minutos contemplando, sintiendo que el tiempo se detenía.
“Había lágrimas rodando por sus mejillas. Luego me mostró un santo increíble, más grande que cualquier otro. Me quedé asombrado hasta que me di cuenta de que era yo: la persona que Dios quería que fuera. En ese momento entendí que las lágrimas en el rostro de Jesús eran por mí, por el daño que me había hecho”, indicó.
Esta experiencia, que él describe como dolorosa pero definitivamente la mejor de su vida, fue el punto de inflexión que lo llevó a discernir su vocación al sacerdocio.
El camino hacia Dios
El P. Reilly comenzó a asistir a Misa diaria, a pesar de las dificultades que esto implicaba por sus horarios laborales. Durante la consagración de la Eucaristía, solía llorar al recordar su visión. Para alguien que se describía como un «tipo duro», estas emociones representaban un gran desafío.
“Un tipo duro no puede dejar que lo vean así. Por suerte, la iglesia era grande y podía esconderme al fondo con los policías del Capitolio”.
En su homilía, el P. Reilly compartió cómo la Virgen María lo guió de la mano hacia Jesús y señaló que, hasta ese momento, no encontró la felicidad en su vida porque no estaba respondiendo al llamado de Dios.
En mayo de 2003, fue ordenado sacerdote para la Diócesis de Norwich. Ocho años después, fue nombrado párroco de St. Patrick, una comunidad cercana al lugar donde creció y donde aún residen sus padres. Desde entonces, su ministerio ha revitalizado la parroquia.
Un ministerio que transforma vidas
Su presencia en la parroquia ha logrado una gran conversión de familias jóvenes. Las Misas dominicales suelen estar llenas y solo en 2024, la parroquia realizó 60 bautizos y 30 jóvenes se inscribieron como monaguillos.
“Su énfasis en la confesión, la comunión y la adoración ha mejorado mi vida en todos los aspectos. Mi maternidad ha mejorado y mi matrimonio es más fuerte”, comentó Faith Carpenter, madre de seis niños.
El Padre Reilly no teme en decir a la gente lo que necesita escuchar aunque sea incómodo y sus homilías suelen remarcar la importancia de la confesión y la Eucaristía.
“Me caen bien, pero no lo suficiente como para ir al infierno por ustedes. Necesito decirles lo que deben saber, porque un día tendré que responder por ello”, resaltó.