Elogio: En Melitene, ciudad de la antigua Armenia, san Polieucto, mártir, que, siendo soldado, a raíz del decreto del emperador Decio que obligaba a sacrificar a los dioses, rompió los ídolos, por lo cual fue cruelmente martirizado y, finalmente, decapitado, recibiendo así el bautismo con su propia sangre.

La ciudad de Melitene en Armenia [en la actualidad Malatya, en Turquía], que era una ciudad militar romana, es ilustre por el gran número de sus mártires. Entre ellos, el mártir de mayor alcurnia fue Polieucto, un oficial romano de padres griegos. Siendo aún pagano, se hizo amigo de un celoso cristiano llamado Neraco, quien, cuando llegaron a Armenia noticias de la persecución contra los cristianos, se preparó para entregar su vida por la fe. Su única pena era que Polieucto todavía fuese gentil, pero tuvo la alegría de atraerlo a la verdad y de inspirarle un ardiente deseo de morir por la religión cristiana. Polieucto abiertamente se declaró cristiano, y pronto fue aprehendido y condenado a crueles tormentos. Cuando los verdugos se cansaron de atormentarlo, comenzaron a tratar de persuadirlo para que renunciase a Cristo. Las lágrimas y súplicas de su esposa Paulina, de sus hijos y de su suegro hubieran sido suficientes para hacer flaquear a un hombre menos resuelto. Polieucto, sin embargo, fortalecido por Dios, se mantuvo firme en la fe y recibió con alegría la sentencia de muerte. De camino a la ejecución, exhortó a los circunstantes a que renunciaran a sus ídolos y habló con tanto fervor, que muchos se convirtieron. Fue decapitado durante la persecución de Decio o Valeriano.

Tenemos pruebas convincentes de la realidad histórica del martirio de un san Polieucto en Melitene: se sabe de una iglesia que le fue dedicada antes del 377; su nombre aparece el 7 de enero, en el martirologio siríaco del siglo cuarto, como el de un mártir muerto en Melitene; el mismo asiento se encuentra en el Hieronymianum. Pero al mismo tiempo, no podemos de ningún modo confiar en la exactitud del desarrollo de la historia que se atribuye al mártir en sus «Actas»; son evidentes los elementos novelescos, utilizados por Corneille en su tragedia «Polyeucte».

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