Hola, buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
TAMBIÉN ELLOS TUVIERON QUE VOLVER
“Y avisados en sueños, para que no volvieran a Herodes, volvieron a su patria por otro camino”. Así terminaba el Evangelio que se proclamaba ayer, día de los Reyes Magos.
¡Cómo me impresionó esta frase! Porque ahora que termina la Navidad, los días festivos, las luces… parece que da pena comenzar con la “normalidad”. Y, sin embargo, el Señor me regaló descubrir que en esa cita estaba la clave para recomenzar.
Es momento de volver “a nuestra patria”, pero no por el mismo camino. No nos volvemos de la misma manera de la que vinimos, porque ahora no estamos igual que cuando comenzó la Navidad. Algo muy grande ha sucedido en nosotros: Cristo ha acontecido, ha nacido y ha venido para quedarse.
Y a nosotros nos ha concedido celebrarlo y experimentarlo. Lo sabemos por las huellas que ha dejado en nuestra vida: la Alegría, que ha llenado de calidez todos estos días; la entrega, tan necesaria para que todo saliera adelante; el deseo de asombrar al otro, que nos ha movido a esos pequeños detalles… Y es que, donde hay Amor, ahí está el Señor.
Ahora, junto con los Reyes Magos, volvemos a nuestra tierra, a nuestra labor cotidiana, pero llevando con nosotros todas esas huellas que hemos vivido estos días. A ellos, el Señor les avisó en sueños; a nosotros nos ha entregado Su Palabra, para que no volvamos por “el castillo de Herodes”, que es quien nos quiere arrebatar al Niño de Belén.
A la vuelta ya no necesitaron la Estrella, porque habían contemplado a la Luz del mundo, y a su lado todas las demás luces son muy pequeñas. Y porque ese Niño encendió en ellos la luz de la Fe. También nosotros tenemos esta Luz, con la que podemos caminar seguros.
Hoy el reto del amor es retomar lo cotidiano, transmitiendo la Alegría que llevas en el corazón. Que nada desvíe tu camino hacia el castillo de Herodes, sino que sepas siempre escoger el camino nuevo que hoy el Señor te regala.