Hola, buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
CÓMO MARÍA
La Navidad es un tiempo muy especial, ¡el tiempo de la Alegría! Hace unos días, compartiendo con una persona en el locutorio, me preguntaba: “¿Pero cómo se puede vivir la alegría con tantos problemas?”.
Estuvimos conversando, y aquel diálogo me trajo al corazón a la Virgen María. Ella nos enseña cómo se puede conjugar la Alegría verdadera con las vicisitudes de la vida.
¿Cómo tuvo que vivir Ella la reacción de todos a su alrededor al hacerse patente su embarazo? ¿Cómo fue su confianza? ¿Qué diálogo tendría con José? Si nos ponemos en su situación, y en aquel tiempo, aquellos planes de Dios venían junto con un lote de problemas.
Siempre recuerdo un diálogo novelado, en el que María, ante la incomprensión de los suyos, responde: “El Ángel me dijo dos cosas: que me alegrara y que le pusiera por nombre Jesús”. No me extrañaría nada una respuesta así en la Virgen María, porque su confianza está puesta en la Palabra del Señor, y no en sus fuerzas, y ahí reside su Alegría.
Ella focaliza la mirada en la promesa del Señor, y no en las controversias que debe atravesar. Estas forman parte del camino, pero no tienen la palabra definitiva. ¡Esa solo la tiene Dios!
En cambio, cuando nosotros damos vueltas a las cosas, creyendo que está en nosotros el dar con las soluciones, nos agobiamos porque damos más fe a nuestra propia experiencia de la vida que a la Palabra de Dios.
Estos días escuchamos una y otra vez: “Estad siempre alegres en el Señor. Que nada os preocupe; antes bien, presentádselo todo al Señor…” (Flp 4,4). Yo creo que así tuvo que vivir la Virgen María estos días: llena de la Alegría que Jesús venía a traer al mundo.
¡Qué confianza! Una confianza activa, como la confianza de José, siempre dispuesto a seguir las indicaciones del Señor. Pero eso ya queda para otro momento.
Hoy el reto del amor es mirar a María. En Ella estamos seguros… ¡María, enséñanos a confiar en el Señor como has confiado tú!
VIVE DE CRISTO