Eran vasijas y esculturas de arcilla huecas, elaborada de forma artesanal con una olla de barro, cartón o estructura de alambre cubierta de papel mache, adornada de papel de colores. Datan de tiempos prehispánicos en tierras aztecas, eran parte del culto festivo a sus dioses, representaban la abundancia, favores que, estos concedían. Se usaban para el cumpleaños del dios azteca de la guerra.
En la Nueva España se adoptaron en forma de estrella de siete picos que, representan los 7 pecados capitales para seducir al inocente con sus vivos colores y oropeles. La persona con los ojos vendados, representa al creyente que con la virtud teologal de la fe, vence al pecado y recupera el don sobrenatural de la gracia, dones de Dios para alcanzar la salvación, representados por la caída de frutas y dulces.
Cada uno de los 9 días de rezo, tiene un significado distinto: humildad, fortaleza, desapego, caridad, confianza, justicia, pureza, alegría y generosidad. Se celebra cada día en una casa diferente, o si se tiene la costumbre de organizar a los vecinos por calles o cuadras, durante 9 días, de rezo, villancicos, ponche, cañas, naranjas o mandarinas y una bolsita con dulces, cacahuates y colación. Para romper la piñata, se venda a los niños, con 33 vueltas en alusión a los años que vivió Cristo. Representa la fe, que nos permite continuar sin necesidad de ver.
El palo de madera con que se le pega representa a Dios, que da la fuerza para vencer las tentaciones. Una vez que se rompe caen los dulces y fruta que contenía, que representa el amor de Dios, ya que al destruir el mal se obtienen las bendiciones. Al terminar se reparten “aguinaldos”: pequeñas bolsas, con dulces, fruta, colación y el tradicional ponche de frutas. La piñata fue utilizada por los evangelizadores para explicar a los nativos lo que era la tentación.