Elogio: En Roma, en el cementerio de Trasón, en la vía Salaria Nueva, san Saturnino de Cartago, mártir, quien, según refiere el papa san Dámaso, bajo el emperador Decio, por confesar a Cristo, primero fue atormentado en el potro en su misma patria, y después, extraditado a Roma, tras superar otros atroces tormentos, convirtió a la fe al tirano Graciano, y finalmente alcanzó la corona del martirio al ser decapitado.

Las actas en las que se basaba la leyenda tradicional («Pasión del papa Marcelo»), que unía a la figura de Saturnino la de un compañero de Martirio, Sisinio, son por completo falsas, por lo que en la revisión del Martirologio se ha retirado tanto la conmemoración de Sisinio (sólo atestiguada en esas actas) como la descripción del martirio que traía el Martirologio Romano anterior.

Sin embargo, el culto a san Saturnino de Cartago es genuinamente antiguo, y no aparece sólo referido por esas actas; hay tres elementos que lo señalan: por un lado, en la Vía Salaria Nueva hubo una basílica dedicada al santo, que se incendió en tiempos de san Félix III (es decir IV), hacia el 528, y fue reconstruida y restaurada por los papas Adriano y Gregorio IV, en los siglos VIII y IX respectivamente. Por otra parte el papa san Dámaso, que pontificó entre 366-384 (apenas un siglo más tarde que la persecución de Decio), nos dejó entre sus muchas y valiosas composiciones poéticas el testimonio de la historia de san Saturnino tal como le había llegado a él, que es la versión que rememora el elogio del Martirologio Romano actual. También aparece mencionado para el 29 de noviembre en la «Depositio Martyrum», importantísimo documento de hacia el 354 que mencionaba la lista de los mártires venerados en Roma en ese momento, y su localización en los distintos cementerios.

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