Por Paola Calderón
Ciudad de México.— La Conferencia del Episcopado mexicano anunció este 12 de noviembre la elección de los nuevos miembros de la presidencia, esto como parte de las actividades con las que inicia la 117.ª asamblea plenaria.
Los obispos expresan su gratitud a Dios encomendando el camino de la nueva directiva a la protección de la Virgen de Guadalupe, misión que cumplirán durante el periodo comprendido entre 2024 y 2027.
Un nuevo camino
Elecciones que además de las directivas enmarca la designación de por lo menos 50 encargos pastorales entre quienes integrarán el consejo de presidencia y el consejo permanente. Actividad que se realizó bajo la orientación de Mons. Rogelio Cabrera arzobispo de Monterrey y presidente saliente del episcopado, quien estuvo acompañado por el cardenal Felipe Arizmendi obispo emérito de San Cristóbal de las Casas y quien lideró la meditación espiritual.
De esta forma, el consejo de la presidencia como principal órgano ejecutivo del Episcopado mexicano, estará integrado por Mons. Ramón Castro obispo de Cuernavaca y nuevo presidente, Mons. Jaime Calderón arzobispo de León ocupará el cargo de vicepresidente, Mons. Héctor Mario Pérez Villareal obispo auxiliar de México será el secretario general, Mons. Jorge Alberto Cavazos arzobispo de San Luis Potosí ocupará el cargo de tesorero, mientras que Mons. Roberto Yenny García obispo de Ciudad Valles, será el primer vocal y Mons. Rutilo Felipe Pozos obispo de Ciudad Obregón, asumirá como segundo vocal.
Renovando esfuerzos
Como es tradicional el consejo permanente, es decir, el órgano representativo de los obispos que integran la Conferencia Episcopal mexicana, contará con la representación de las 19 jurisdicciones eclesiásticas que asegurarán la continuidad en las tareas que tienen a su cargo.
Siguiendo la normativa en el consejo permanente se designó un obispo titular y un suplente por jurisdicción eclesiástica. Igualmente se renovaron las cuatro comisiones episcopales, es decir, las que corresponden a las áreas profética, litúrgica, de pastoral social y la relacionada con las vocaciones y los ministerios que actualmente se encargan de las 24 dimensiones episcopales.
Para la Iglesia mexicana se trata de un tiempo de gran trascendencia en tanto se proponen avanzar en su camino sinodal y de preparación a importantes celebraciones que como el jubileo, ratifican su compromiso como Iglesia de cara a la realidad del país y la Iglesia universal. Así se comprometieron entre otras cosas a trabajar por el fortalecimiento del diálogo y la escucha activa en los diferentes niveles de la Iglesia, aportar a la construcción de la paz en el país impulsando procesos de reconciliación y justicia, así como a renovar sus esfuerzos en la atención a las periferias existenciales y geográficas, lo que implica un acompañamiento pastoral a las familias y comunidades velando por la formación integral de los agentes de pastoral y motivando en cada gesto la cultura del encuentro y la solidaridad.
Compromisos que los obispos mexicanos asumen conscientes de la magnitud del servicio a la Iglesia en tiempos desafiantes para el país. «Su misión será guiar a nuestra Iglesia particular en comunión con el Papa Francisco, respondiendo a los signos de los tiempos y a las necesidades más apremiantes de nuestro pueblo», se lee en comunicado oficial al tiempo que abogan por la intercesión de María para «que este tiempo sea de renovación y gracia para toda la Iglesia en México», por lo que cierran invitando a todo el Pueblo de Dios a unirse en plegaria por quienes hoy asumen diversas responsabilidades.