Hola, buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
HUMANOS Y MÁQUINAS
-¿Podrías encargarte de recoger los tíquets? -me preguntó Israel.
He visto cómo lo hace ella miles de veces: hay que ponerse delante de la impresora y, según sale la ristra de papeles, ir doblándola por las líneas semiperforadas hasta lograr un taco.
-¡Sin problema!
Eso dije, pero no es lo mismo verlo que hacerlo: ¡¡esa horrible máquina escupe a una velocidad de vértigo!!
Con los nervios, los tíquets se me resbalaban de las manos, se iban enrollando, se empezó a formar un ovillo de papel en la mesa, se cayó al suelo…
-¡¡¡Socoroooo!!! -grité mientras la máquina seguía imprimiendo sin piedad.
-¡Lo importante es que no te pongas nerviosa! -me indicó Israel.
-¡¡¡Aaaaaahhhhh, los papeles me comeeeeen!!! ¿¿¿Cómo voy a estar tranquila???
Mientras me ayudaba a recoger y desenmarañar los tíquets, Israel me explicó su truco:
-Si se caen los tíquets al suelo, ¡no pasa nada! Se recogen después, ¡y listo! No dejes que la máquina te domine, marca tú el ritmo.
¡Cuántas veces queremos ir al ritmo de las máquinas! Quisiéramos ser tan eficaces como un ordenador, vamos corriendo tratando de resolver mil tareas pendientes, pero acabamos irritados… y con todos los papeles por los suelos: una mala contestación, una falta de escucha…
La clave para poder “marcar el ritmo” es saber qué es lo importante: hay “papeles” que, si se caen al suelo, ¡no pasa nada! Hay tareas que si no se realizan hoy, podrán realizarse mañana, pero un gesto de amor puede ser imprescindible para esa persona que tienes delante, ¡y mañana tal vez sea tarde!
Creo que Jesús, cuando ve nuestras carreras, vuelve a susurrar con cariño: “Andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria” (Lc 10, 41). ¡Solo una! Un corazón capaz de amar y dejarse amar…
Hoy el reto del amor es pedirle al Señor que te muestre qué es lo realmente importante en tu jornada. Recuerda que no eres una máquina, ¡tienes corazón! Nuestra verdadera felicidad está en el amor.
VIVE DE CRISTO