Hola, buenos días, hoy Lety nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
LAS LLAVES
En esta nueva etapa que el Señor está permitiendo que viva, veo muchas cosas que antes me pasaban desapercibidas. Una de ellas son las llaves. Aquí, en el convento, nunca he usado llaves, ya que siempre estoy dentro y no es necesario. Hay llaves para algún oficio, pero para cosas puntuales.
Ahora, cada día tengo que cerrar y abrir las puertas del monasterio. Tengo llaves de todos los tamaños, y hasta ahora nunca había visto la importancia de una llave, el poder que tiene para cerrar y abrir. La cerradura es un medio pero sin la llave no cumple su función.
Cada mañana, cuando abro las puertas, le pido al Señor que mi corazón se abra a Su gracia, que no desaproveche ninguna muestra de Su amor, que me dé cuenta de todas ellas y tenga un corazón agradecido con Él y con las personas que me rodean.
Y cada noche, cuando cierro las puertas, le pido al Señor que cierre mi corazón a todo aquello que me pueda apartar de Su amor. Que todo aquello donde no hay un bien, sea cerrado en mi corazón.
Jesús le dio a Pedro las llaves para cerrar y abrir el Reino de los Cielos. Jesús nos da a cada uno las llaves para abrir y cerrar nuestro corazón, y esa es la llave de la libertad.
Te ha hecho libre, no para hacer lo que quieras, sino para rechazar el mal y escoger el bien, porque nuestra felicidad está en Jesús. Para ello, nos muestra el camino.
A veces sabemos que tenemos que elegir, pero nos nublan otras cosas, y cuando vemos las consecuencias, nos damos cuenta de que lo que estamos haciendo nos está dañando. Esta es la verdadera libertad: la que sabe elegir el bien para ti y para los que te rodean.
Hoy, el reto del amor es usar bien las llaves. Cuando cierres o abras tu casa, el coche o el trabajo, mira la llave y mira tu corazón. Pídele a Jesús que cierre al mal y abra al bien.
VIVE DE CRISTO