Hola, buenos días, hoy Lety nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
ATENCIÓN ACTIVA
Me ha pasado lo que suele ocurrirme en invierno: me he resfriado y he perdido la voz. Qué distinto se ve todo cuando solo puedes escuchar. Miras a las personas de otra manera porque les dedicas una atención activa.
Seguro que alguna vez te ha pasado que, mientras te hablan, ya estás pensando en qué contestar, y lo único que consigues es no escuchar.
En Jesús vemos cómo escuchaba atentamente cuando se le hablaba; después contestaba con serenidad, sin prisa, y siempre de acuerdo con la persona. En el Evangelio no vemos a Jesús dando consejos; lo que hace es enseñar a vivir a Sus discípulos y a las personas que se encuentra.
Una de las cosas que más me gustan de Jesús es que, cuando le preguntan algo, responde con otra pregunta. No es que no quiera contestar, sino que lo que quiere es que la persona piense.
Jesús siempre nos escucha, pero nosotros en la oración: ¿escuchamos a Jesús? Me dirás que algunas veces sí, otras no, o que más no que sí. Jesús responde cuando le preguntamos.
Pero para poder escuchar a Jesús, hay que hacer lo mismo que haces con un amigo: escucharlo atentamente, hacer silencio interior, buscar un sitio sin ruidos y pacificar tu espíritu. Porque nos dice la Biblia que Él habla como una suave brisa.
Es verdad que se le puede escuchar en medio del ruido y el tumulto, pero, por lo general, tendrás más inconvenientes. Porque Jesús es una persona como tú y como yo, y tienes que tratarlo como tratas a un amigo: con respeto, con cariño y con atención.
Cuando valoramos algo, lo cuidamos. La oración, que es el momento para hablar con Jesús, requiere que cuidemos el espacio y el tiempo. Porque en Él vas a encontrar todo lo que necesitas para ser feliz. Él te ama y solo quiere tu bien.
Por eso, invertir tiempo en la oración es apostar a caballo ganador.
Hoy el reto del amor es hablar un rato con Jesús, pero más importante aún es que le escuches. Tiene mucho que compartir contigo.
VIVE DE CRISTO