Hola, buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
TOCADA
Uno de estos días, fui a recoger el locutorio después de una visita, y al acercarme a la imagen de la Virgen que tenemos allí, me percaté de que su mano se estaba poniendo negra.
Es una imagen de la Virgen María con el Niño Jesús, diseñada por nosotras precisamente con la idea de colocarla ahí, para que las personas que nos visiten sientan la acogida de María.
Al ver su mano, me di cuenta de que María cumple su cometido, porque eso significa que mucha gente la toca, se acerca, la mira y experimenta lo que la imagen pretende transmitir.
Y es que el amor no deja intacto, sino que más bien… ¡deja huella! Siempre recuerdo a un dominico que decía: “Nuestro Dios es un Dios que se ha dejado tocar”. Él se ha acercado tanto, tanto, que ha querido hacerse uno como nosotros, para que podamos experimentar cómo es Su Amor.
En el Evangelio se ve en diferentes ocasiones cómo Jesús se ha hecho tan cercano a nosotros que se ha dejado tocar: como la mujer que se acercó a lavar sus pies con sus lágrimas y los enjugó con su cabello, o como Tomás que creyó al meter la mano en el costado de Cristo Resucitado…
Sí, Cristo se ha dejado “tocar”, y se deja tocar por nosotros, porque Él está “tocado” de Amor por nosotros. No midió las consecuencias, ni se detuvo ante la peor de las condenas, porque sabía que estaba redimiéndonos a todos.
Así como Él se ha dejado “tocar” por los hombres, también nos impulsa a vivir nosotros en esa misma corriente de Amor. Por eso puedo entregarle todas mis cosas y darle mi día, para que pueda permitir que me cambien los planes, dejar que mi tiempo sea traspasado por los hermanos, que mis fuerzas sean para entregarme, y que todo lo que haga sea para Su Gloria. ¡Porque en el fondo… para eso precisamente nos ha puesto aquí el Señor!
Hoy, el reto del amor es dejar que mi vida sea “tocada” por los demás.
VIVE DE CRISTO