En este Año de la Oración en el que nos encontramos, en Vatican News echamos la mirada hacia el 2020, año en el que el Papa Francisco dedicó, durante sus Audiencias Generales de los miércoles, un ciclo de catequesis para reflexionar sobre “la oración”. En este ciclo, el Pontífice nos regaló frases muy útiles para prepararnos este año para el Jubileo 2025.
Mireia Bonilla – Ciudad del Vaticano
Nos encontramos en el Año de la Oración, y este año tiene dos objetivos claros: el primero es “favorecer nuestra relación con Dios” y el segundo es “ofrecer momentos de descanso espiritual” que nos permitan alejarnos del estrés cotidiano. Francisco, en una de sus catequesis del ciclo que dedicó a la oración en el 2020, encuentra grandes similitudes entre una persona que reza y una persona enamorada: “El que reza es como un enamorado: lleva siempre en el corazón a la persona amada, vaya donde vaya. Por eso, podemos rezar en cualquier momento, en los acontecimientos de cada día: en la calle, en la oficina, en el tren; con palabras o en el silencio de nuestro corazón. Incluso un pensamiento aparentemente “profano” puede estar impregnado de oración”.
El Papa Francisco durante esta catequesis dijo que “la oración nos va transformando”: calma la ira, mantiene el amor, multiplica la alegría, incluso nos da la fuerza para perdonar: “Además, la oración nos ayuda a amar a los demás, conscientes de que todos somos pecadores y, al mismo tiempo, amados personalmente por el Señor. Somos seres frágiles, pero sabemos rezar: esta es nuestra mayor dignidad”.
Cuando nos dispongamos a rezar, hayamos encontrado ese momento del día para tener nuestra intimidad con el Señor, el Papa nos pide que recemos especialmente por las personas que sufren a causa del dolor, de la enfermedad, de la soledad y de la precariedad: “Por tanto, recemos por todo y por todos: por nuestros seres queridos, y también por las personas que no conocemos, incluso por nuestros enemigos”.
El Papa pide rezar incluso por nuestros enemigos. Porque rezando y amando así este mundo, descubriremos que cada día lleva escondido en sí un fragmento del misterio de Dios.