En L’Osservatore Romano un recuerdo del primer director de Radio Vaticano fallecido hace 90 años en Roma.
por Gianluca Giorgio
El 9 de julio de 1934, en la Curia General de la Compañía de Jesús, en Roma, falleció el padre Giuseppe Gianfranceschi. Rector de la Pontificia Universidad Gregoriana, primer director de Radio Vaticano, científico y docente, recordar el nombre del religioso es haber sabido combinar la ciencia con la fe. Si hay una característica del modo de vivir las tareas que le fueron encomendadas fue la fidelidad a su misión de sacerdote e investigador al servicio de la Iglesia y de la comunidad. Un jesuita culto, atento a la vida cotidiana, capaz, como escribe San Ignacio en su autobiografía, de encontrar a Dios en todo. Este año se cumple el nonagésimo aniversario de su fallecimiento.
Nacido en 1875 en Arcevia, en la provincia de Ancona, tras finalizar sus estudios clásicos se trasladó a Roma para asistir a la facultad de ingeniería. Sus compañeros lo recuerdan como un joven alegre, estudioso y simpático. Al comienzo de su cuarto año, después de un curso de ejercicios espirituales, pidió ser admitido entre los jesuitas. Sintió la llamada de Dios a vivir el Evangelio. Tras completar su formación teológica y licenciarse en filosofía, fue ordenado sacerdote. Es el año 1909. Sus superiores, intuyendo su aptitud, le permiten licenciarse en matemáticas y física en la Universidad de Roma. Habiendo obtenido el título de profesor en física experimental, asistió al instituto de vía Panisperna, desarrollando diversas investigaciones que le llevarían a importantes resultados. La acústica, la electrofísica y la medición de la velocidad de la Tierra son algunos de los intereses del científico. Versátil y agudo, llama la atención el método utilizado: atención a la novedad, sin ocultar sus límites y cuestiones críticas. Lealtad a la tradición y apertura a la renovación si es por el bien de la comunidad.
Profesor del Instituto Massimiliano Massimo, de la Universidad Estatal y de la Pontificia Universidad Gregoriana, era preparado y disponible. Muy claro al explicar los misterios de la materia. En los últimos años ha siguió, con curiosidad, el debate científico internacional entre el que emerge la teoría de la relatividad de Albert Einstein. Publicó un estudio sobre esto, destacando sus peculiaridades, sin abandonar su propio enfoque filosófico y científico.
Era grande el compromiso del padre Gianfranceschi en el apostolado que lo testimonia como rector de la iglesia de San Ignacio en el corazón de Roma. Es un religioso auténtico y dotado de equilibrio. Un apasionado buscador de Dios, estudiado en la variedad y grandeza de la creación.
El Papa Benedicto XV, siguiendo los estudios del jesuita, lo nombró presidente de la Academia Pontificia de las Ciencias «I Nuovi Lincei». En su cargo ofrece un punto de vista innovador y vanguardista. Está atento al progreso del mundo cultural, actualizando sus ideas. Al abrir la riquísima bibliografía, se encuentran más de ciento cincuenta trabajos publicados en las principales revistas científicas de la época, en los que destaca los importantes resultados obtenidos. En 1928 participó, como capellán y erudito, con el permiso del Papa y de su superior, en la expedición del general Nobile al Polo Norte. El sacerdote dejó un diario de la difícil experiencia donde anotó las impresiones que recibió. La escritura da testimonio de la atención y el amor por los demás, así como una preciosa crónica de los acontecimientos.
Amigo de Guglielmo Marconi, premio Nobel de física, animó sus estudios y lo quiso a su lado en la fundación de Radio Vaticano. El 12 de febrero de 1931, la bendición Urbi et orbi del Papa Pío XI traspasó las fronteras de la Tierra, encontrándose con la humanidad. Es un momento de gran emoción. Gianfranceschi, al frente de la emisora y durante toda su existencia, ha servido a la Iglesia testimoniando la belleza de la fe en el encuentro con la ciencia, pero sobre todo con el hombre.