El Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida publica un documento que contiene las síntesis de las contribuciones recogidas durante la sesión de escucha sinodal organizada por el organismo vaticano.
Sebastián Sansón Ferrari – Ciudad del Vaticano

El nivel de accesibilidad, el nivel de formación, el nivel de reflexión teológica y el nivel de participación activa en la vida pastoral de la Iglesia. Estos son los cuatro ámbitos de actuación para potenciar la corresponsabilidad de los fieles con discapacidad, propuestos en el documento «Alegría sin límites», dado a conocer por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida (DLFV). El texto presenta una síntesis de las contribuciones recogidas durante la sesión de escucha sinodal organizada por el organismo, a la que invitó a un grupo de personas discapacitadas.

El resultado de la primera convocatoria fue «La Iglesia es nuestra casa», con cuya iniciativa «se trata de proponer un cambio de mentalidad, que en algunas partes del mundo ya está en marcha o al menos tiene alguna base para ser comprendido y acogido, mientras que en otras partes es como una montaña aún por escalar».

Ahora, en esta nueva publicación «Alegría sin límites», se resalta que «la Iglesia inclusiva que proclama el Papa Francisco ‘para todos, todos, todos’ invita a cada cristiano (incluidos aquellos que, como nosotros, viven con una condición de discapacidad) a asumir su responsabilidad en el camino de vocación y misión que se nos ha dado a todos en el Bautismo».

Los participantes en este proceso recalcan la necesidad de «garantizar una accesibilidad cada vez mayor a los espacios, celebraciones y documentos» y por eso apuntan que «debe fomentarse la eliminación de las barreras arquitectónicas que en muchos casos hacen inaccesibles las iglesias, la traducción a las lenguas de signos nacionales y la audiodescripción de las celebraciones, así como la disponibilidad de los documentos de la Iglesia en Braille». «Sería significativo, escriben, que esto ocurriera a partir de las celebraciones del Santo Padre y de los documentos de la Santa Sede». Pero, para asegurar esta posibilidad, «sería deseable que cada Iglesia particular pusiera a disposición los recursos financieros necesarios», añaden.

En el segundo punto, se plantea que «los pastores y los agentes pastorales deben recibir una formación que les permita comprender qué es la discapacidad, cómo afecta social y eclesialmente a las personas y a qué retos se enfrentan los fieles con discapacidad». Para luchar contra los estereotipos culturales, los signatarios sugieren ofrecer experiencias de aprendizaje y formación sobre las diferentes condiciones de discapacidad; experiencias cognitivas/formativas sobre ámbitos y necesidades relacionados con la vida cotidiana de las personas con discapacidad; sesiones formativas sobre métodos y herramientas de comunicación; escucha de testimonios de personas con discapacidades, invitándolas a participar en grupos de trabajo colaborativos con las entidades sociales que atienden sus requerimientos.

Asimismo, recomiendan formar catequistas «especializados» en la gestión y el acompañamiento del camino mistagógico de la fe cristiana con atención específica a las personas con discapacidad y piden formar a los operadores para que sepan acompañarlas, así como formar a la comunidad para cambiar la forma de ver a las personas con discapacidad, mirándolas desde su potencial y no desde las limitaciones. A su vez, «Alegría sin límites» subraya la pertinencia de formar a las familias en las que hay personas con discapacidad para apoyarlas y formar a las personas con discapacidad, «para que tomemos conciencia de nuestro derecho/deber a participar plenamente en la vida de la Iglesia y nos formemos para ser evangelizadores», dicen. «Podemos ser misioneros, proclamando y difundiendo la Palabra de Dios, además de servir en la iglesia durante las celebraciones», sostienen.

En el nivel de reflexión teológica, manifiestan que «en la prosecución de estos nuevos horizontes de reflexión teológica, es importante reconocer que la discapacidad no tiene relación con el pecado (original o de otro tipo) y que la limitación es un rasgo intrínseco de la naturaleza del hombre, que además siempre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios (Gn 1,26-27). Todas estas limitaciones fueron asumidas y redimidas por un Dios misericordioso que se encarnó y tomó sobre sí nuestra humanidad en su totalidad».

Por último, respecto al nivel de participación activa en la vida pastoral de la Iglesia, expresan que «hay que encontrar nuevas formas de participación y consolidar las existentes» y precisan que «es eficaz que la catequesis a las personas con discapacidad -en el caso de los sordos y ciegos- sea ofrecida por personas que experimentan la misma condición». Proponen una estrategia de trabajo a largo plazo en todas las instancias: universal, continental, Conferencias Episcopales, diócesis y parroquias. Además, sugieren la creación de un organismo en la Curia Romana, formado por personas con discapacidad y algunos expertos «que actúe también como Observatorio de las cuestiones relacionadas con la vida de las personas con discapacidad en la Iglesia».

https://www.vaticannews.va/es/vaticano/news/2024-06/alegria-sin-limites-documento-dicasterio-laicos-familia-vida.html

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