Con motivo de la Jornada Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez, el Papa insta en un post en X a contrastar la lógica que considera a los ancianos como material de descarte.
Amedeo Lomonaco – Ciudad del Vaticano
La palabra anciano deriva, según el diccionario, del francés ancien que, a su vez, deriva de la palabra ante. Esta preposición latina indica lo que viene antes, pero hoy en día a las personas de edad avanzada a menudo no se les da ninguna precedencia y se ignora su riqueza de sabiduría y experiencia. Los ancianos son muchas veces relegados a los márgenes de la sociedad, como recuerda el Papa Francisco en un post en su cuenta X @Pontifex con motivo de la Jornada Mundial contra el Abuso y Maltrato en la Vejez que se celebra hoy. ¡Cuántas veces – escribe el Pontífice – se descarta a los ancianos con actitudes de abandono que son una auténtica eutanasia encubierta! Es el efecto de esa cultura del descarte que causa tanto mal en nuestro mundo. ¡Todos estamos llamados a contrastar esta venenosa cultura del descarte!”
Una eutanasia encubierta
La eutanasia encubierta, a la que se refiere el Papa, es una cultura de la muerte en la que prevalecen la exclusión y el descarte. Una lógica perversa que lleva a privar a las personas de edad avanzada de los cuidados y medicamentos necesarios. En varios países, recordó Francisco en su discurso a los miembros de la Asociación Religiosa de Institutos Sociales y Sanitarios (Aris) en 2023, «los ancianos deben tomar cuatro o cinco medicinas y consiguen solo tener dos: esta es una eutanasia progresiva, porque no se les da lo que necesitan para curarse». La eutanasia encubierta es una forma contemporánea de descartar a los ancianos. «No sirven, y lo que no sirve se descarta», dijo el Pontífice en 2014 durante una visita a la Comunidad de Sant’Egidio. Los ancianos son, por tanto, «material de descarte», como denunció Francisco en su discurso a los miembros de la Pontificia Comisión para América Latina el 28 de febrero de 2014:
“Recuerdo haber visitado un hogar de ancianos en Buenos Aires, del Estado, donde estaban las camas llenas; y, como no había más camas, ponían colchones en el suelo y estaban los viejitos ahí. Un país ¿no puede comprar una cama? Eso indica otra cosa, ¿no? Pero son material de descarte. Sábanas sucias, con todo tipo de suciedad, sin servilletas, y los viejitos comían ahí, se limpiaban la boca con la sábana. Eso lo vi yo, no me lo contó nadie”.
Esta «eutanasia encubierta», dijo el Papa dirigiéndose a la Asamblea Plenaria de la Academia Pontificia para la Vida en 2021, acorta la vida de los ancianos. «Con esto negamos la esperanza», la esperanza que «está en las raíces que nos dan los mayores».
La cultura del descarte
La soledad y la exclusión se han convertido en rasgos distintivos de la vida de muchas personas mayores. «En algunos casos – subrayó Francisco en su mensaje con motivo de la IV Jornada Mundial de los Abuelos y de las Personas Mayores – son el fruto de una exclusión programada, una especie de triste ‘complot social’; en otros casos se trata lamentablemente de una decisión propia. Otras veces también se los sufre fingiendo que se trate de una elección autónoma. Estamos perdiendo cada vez más ‘el sabor de la fraternidad’”.
La cultura del descarte no contempla planes para que las personas vivan plenamente en la vejez. En muchos tejidos sociales hay un «vacío de pensamiento, de imaginación, de creatividad», dijo Francisco en la audiencia general del 23 de febrero de 2022: “que se entienda bien que el anciano no es un material de descarte: es una bendición para la sociedad». Los ancianos no deben ser excluidos ni descartados. Merecen signos de esperanza, como subrayó el Pontífice en la Bula de convocación del Jubileo ordinario del año 2025. Hay que «valorar el tesoro que son, sus experiencias de vida, la sabiduría que tienen y el aporte que son capaces de ofrecer, es un compromiso para la comunidad cristiana y para la sociedad civil, llamadas a trabajar juntas por la alianza entre las generaciones».
Las personas mayores en situaciones de emergencia
El Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez fue establecido en 2006 por la Red Internacional para la Prevención del Maltrato a las Personas Mayores (“International Network for the Prevention of Elder Abuse”) y se celebra el 15 de junio. El tema de este año se centra en las personas mayores en situaciones de emergencia. “Las catástrofes naturales, las pandemias o los conflictos – recuerda la Onu – afectan de manera desproporcionada a las personas mayores, exacerbando aún más su vulnerabilidad. Es crucial tener en cuenta sus necesidades en la planificación y respuesta ante emergencias, ya que suelen tener problemas de movilidad, enfermedades crónicas o aislamiento social. Estos factores pueden dificultar su capacidad para acceder a la ayuda, evacuar de forma segura o recibir a tiempo atención médica oportuna y servicios de asistencia. Además, el estrés y el caos de las emergencias pueden aumentar el riesgo de malos tratos a las personas mayores, ya sean físicos, emocionales, económicos o por negligencia”. Por ello es necesario desarrollar políticas integradoras para que las personas mayores no queden desatendidas, especialmente en situaciones de crisis.