20 Vuelve a casa. Se aglomera otra vez la muchedumbre de modo que no podían comer.

21 Se enteraron sus parientes y fueron a hacerse cargo de él, pues decían: «Está fuera de sí.»

22 Los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: «Está poseído por Beelzebul» y «por el príncipe de los demonios expulsa los demonios.»

23 El, llamándoles junto a sí, les decía en parábolas: «¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás?

24 Si un reino está dividido contra sí mismo, ese reino no puede subsistir.

25 Si una casa está dividida contra sí misma, esa casa no podrá subsistir.

26 Y si Satanás se ha alzado contra sí mismo y está dividido, no puede subsistir, pues ha llegado su fin.

27 Pero nadie puede entrar en la casa del fuerte y saquear su ajuar, si no ata primero al fuerte; entonces podrá saquear su casa.

28 Yo os aseguro que se perdonará todo a los hijos de los hombres, los pecados y las blasfemias, por muchas que éstas sean.

29 Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tendrá perdón nunca, antes bien, será reo de pecado eterno.»

30 Es que decían: «Está poseído por un espíritu inmundo.»

31 Llegan su madre y sus hermanos, y quedándose fuera, le envían a llamar.

32 Estaba mucha gente sentada a su alrededor. Le dicen: «¡Oye!, tu madre, tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan.»

33 El les responde: «¿Quién es mi madre y mis hermanos?»

34 Y mirando en torno a los que estaban sentados en corro, a su alrededor, dice: «Estos son mi madre y mis hermanos.

35 Quien cumpla la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre. »(Mc. 3, 20-35)

En este Evangelio, nos presenta San Marcos a Jesús dejándose llevar de una fuerza arrolladora para curar; el deseo grande de que todos comprendan quién es Él, hablándoles en parábolas; y por fin, dándoles a conocer su propia identidad: Él, es el Hijo de Dios por naturaleza y los demás parentescos de esta tierra, no le interesan. La carne y la sangre, no hacen a sus hermanos, ni siquiera a su madre. Si éstos, cumplen la voluntad del Padre, como Él que, siempre la hizo, entonces sí que son verdaderos hermanos y su madre.

Muchas cosas nos han querido revelar Jesús aquí, con sus Palabras, (el ambiente en el que se encuentra, es hostil). Primero, “su familia” no cree en Él, porque quieren que sea “un hombre normal”, como todos ellos.Y, el que destaque de esta manera, teniendo tantos seguidores, les escandaliza y si hubieran podido, se lo habrían llevado a casa porque “estaba fuera de sí”.

Cuando Dios se acerca al hombre, como lo hizo Jesús, provoca en los corazones una adhesión entusiasta de fe o un rechazo visceral que, quisieran quitarlo de en medio. No olvidemos que, en una ocasión, los de Nazaret, empujaron a Jesús hasta un barranco porque querían despeñarlo por él.

Seguidamente, están “los escribas”, más refinados en sus modos, pero no menos violentos en sus palabras y juicios: “tiene dentro un demonio y no uno cualquiera, sino el Príncipe de los demonios: Belcebú”. Y, Jesús,con gran sabiduría, les rebate su aserto con una lógica que todos admiran y los escriban quedan sin palabras y abochornados.

Y, por último, “su madre y sus hermanos”. María, su madre, tenía tanta fe como para cubrir la incredulidad de los suyos. Pero ella calla. Tuvo su ocasión de decir un “si” total a Dios, en el momento de su Encarnación y ahora, aunque sufriendo, “deja que Dios sea Dios”.

Pero, detengámonos en lo que Jesús llama “blasfemia contra el Espíritu Santo”. ¡Esta, es gravísima a los ojos de Dios, pues dice: “¡El que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tendrá perdón jamás! Cargará con su pecado para siempre”. Y, es que, si Jesús que, es Dios, está poseído por un espíritu satánico, entonces,estamos atacando al mismo Amor de Dios que, es la Persona Adorable del Espíritu Santo. Y, ¡esto, es una horrenda blasfemia porque, lo que este hombre cree y dice, le aleja, imperdonablemente, del Amor que, es quien llevaba a cabo toda la obra de sacar al hombre de las tinieblas en las que se hallaba. Dios, nos quiere rescatar, llevándonos a su Luz y a su Amor, para vivir eternamente en su Reino que, es Dios mismo. Y, esto,es la santidad pura derramada en nuestro mundo, con la venida de Jesús a nosotros.

¡Señor, líbranos de estos pecados imperdonables, por movernos en “las profundidades de Satanás”!¡Guíanos en todo momento por tu Espíritu Santo que, es Verdad y Luz y Santidad! ¡Mira Señor que,“estamos en el mundo, aunque no somos del mundo”! ¡Sólo Tú, puedes tomar nuestra vida de la mano para no ser tentados por las astucias del Diablo! ¡Fuera de su acción, sólo tenemos una gran fortaleza y amor que siempre nos da tu Espíritu, cuando se lo pedimos! ¡Confesamos a boca llena que, Tú, ¡eres Dios y no hay otro! Que, “bajo el cielo, no se nos ha dado otro Nombre que pueda salvarnos”

¡Pues, Tú, mi Dios, bajo esta confesión fuerte de fe, edifica en nuestra alma la casa espiritual donde tu Espíritu Santo more como en casa propia y nos bendiga! ¡Qué así sea! ¡Amén! ¡Amén!

https://www.dominicaslerma.es/home-2/rincon-para-orar/4827-la-blasfemia-contra-el-espiritu-santo-no-tiene-perdon-jamas.html

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