Hola, buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
¿FRIOLERO O CALUROSO?
Ya ha llegado el calor por estas frías zonas burgalesas. La temperatura afuera es muy agradable, pero lo que sucede en nuestro monasterio es que los muros son muy anchos y de piedra, por lo que, aunque afuera haga bastante calor, la piedra hace que el fresco se conserve adentro.
Esto presenta una pequeña dicotomía entre unas hermanas y otras. Las más calurosas preferimos salir de la capilla a la iglesia para estar más frescas. Las más frioleras, en cambio, se sienten bien a gusto con el calorcito veraniego que hace en la capilla.
De todas formas, como cada domingo, la Eucaristía la celebramos en la iglesia. Así que, durante la misma, estuve observando a cada una de las hermanas. Unas iban bien abrigadas y con cierto miedo a coger frío, mientras que otras ni siquiera se inmutaban del contraste.
¡Qué diferentes somos cada una! Lo que vi claro es lo necesario que es conocerse cada una a sí mismo, porque lo externo no estará siempre a nuestro gusto. Y, al igual que sabemos bien si somos frioleros o si nos va más el dulce que el salado, si nos conocemos a nosotros mismos en lo profundo, podemos afrontar con mayor facilidad cualquier circunstancia.
Y para ello el Señor nos regala herramientas como la oración, los sacramentos, el acompañamiento espiritual, e incluso una buena conversación con quien sabes que te conoce bien…
De esta forma nos ponemos ante el Señor, y al experimentar Su Amor, podemos ir abriéndonos y así le vamos permitiendo que entre hasta los rincones más profundos del corazón, hasta donde solo Él puede llegar. Necesitamos conocernos, sí, pero a la luz de un Amor tan grande que, a la vez que ilumina, sana.
Así, nuestra vida se va cimentando en Cristo, en la Roca firme, y desde ahí podemos amar y servir a los demás de una manera nueva.
Hoy el reto del amor es servirme de esas herramientas que el Señor me regala. Que cada día podamos conocernos y amarnos mejor, para así poder amar y servir mejor.
VIVE DE CRISTO