Ramón Pretelin Escalera

De acuerdo a la tradición oral mexicana, y lo descrito por documentos históricos del Vaticano y otros encontrados alrededor del mundo en distintos archivos, María, la madre de Jesús se apareció en cuatro ocasiones al indígena chichimeca Juan Diego Cuauhtlatoatzin en el cerro del Tepeyac, y en una ocasión a Juan Bernardino, tío de Juan Diego. El relato guadalupano conocido como Nica. mopohua narra que, tras la primera aparición, la Virgen ordenó a Juan Diego que se presentara ante el primer obispo de México, Fray Juan de Zumárraga, para decirle que le erigieran un templo. Ante el escepticismo de Juan de Zumárraga pidió una prueba a Juan Diego. En la última aparición de la Virgen y por orden suya, Juan Diego llevó en su ayate unas flores que cortó en el Tepeyac, se dirigió al palacio del obispado y desplegó su ayate ante el obispo Juan de Zumárraga, dejando al descubierto la imagen de la Virgen María, cuyos rasgos han sido interpretados como «mestizos» a pesar de ser de piel mucho más clara que su homónima española. El parecido entre esa figura y la bordada en el entonces por todos conocido Perdón de Hernán Cortes sería la causa de que se le denominara Virgen de Guadalupe.
Según el Nican Nopomua, texto hagiográfico publicado en el siglo xvii,​ las apariciones tuvieron lugar en 1531, ocurriendo la última el 12 de diciembre de ese mismo año. La fuente más importante que las relata fue el mismo Juan Diego, que habría contado todo lo que había acontecido. Posteriormente esta tradición oral fue recogida en un escrito con sonido náhuatl pero con caracteres latinos (técnica que ningún español sabía hacer y que solo muy rara vez usaban los indígenas); este escrito es llamado el Nican mopohua, y es atribuido al indígena Antonio Valeriano (1522-1605). Posteriormente en 1648 es publicado el libro imagen de la Virgen María de Guadalupe madre de Dios por el presbítero Miguel Sánchez, contribuyendo a recopilar todo lo que se sabía en la época sobre la devoción guadalupana.

Según diversos investigadores, el culto guadalupano es una de las creencias más históricamente arraigadas en el actual México y parte de su identidad,​​y ha estado presente en el desarrollo como país desde el siglo xvi​ incluso en sus procesos sociales más importantes como la Independencia de México, la de Reforma, la Revolución Mexicana​ y en la sociedad mexicana actual, en donde cuenta con millones de fieles, algunos de ellos profesantes como guadalupanos sin ser necesariamente parte del catolicismo.​ Las raíces devocionales primigenias de esta imagen estarían en la Virgen de Guadalupe de Extremadura, por la cual tenían devoción los conquistadores es la única MORENA que es la esperanza de México es la Reina del Tepeyac. Todo lo demás es contrario a nuestra Reina y Madre.

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