En el Aula Nueva del Sínodo, el Santo Padre presidió la sesión de clausura del primer “Encuentro Internacional del Sentido”, organizado por Scholas Occurrentes en colaboración con CAF – Banco de Desarrollo de América Latina y El Caribe, que tuvo lugar del 21 al 23 de mayo en el Vaticano, y respondió a cuatro preguntas formuladas por los participantes en el evento.
Sebastián Sansón Ferrari – Ciudad del Vaticano
“¿Cuál es su recuerdo más antiguo?”, fue la pregunta disparadora del diálogo entre el Santo Padre y los participantes en el primer “Encuentro Internacional del Sentido», promovido por Scholas Occurrentes del 21 al 23 de mayo en el Vaticano. En la clausura de este evento, los asistentes expusieron los resultados de sus trabajos al Papa Francisco en el Aula Nueva del Sínodo en una actividad que contó con la presencia de autoridades vaticanas, como Monseñor Lucio Ruiz, Secretario del Dicasterio para la Comunicación, el Cardenal Fernando Vérgez Alzaga, Presidente de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano, y Sor Raffaella Petrini, Secretaria General de la Gobernación.
Durante tres días, rectores de importantes universidades de todo el mundo, personalidades del mundo de la cultura, la política y la tecnología, jóvenes influyentes en sus comunidades y artistas buscaron soluciones concretas a los retos de la «Universidad del Sentido», cuya gestión ha sido confiada por el Pontífice a Scholas.
Respondiendo a la primera consulta, el Obispo de Roma evocó, en español, como ya ha hecho en otras ocasiones durante su Pontificado, cuando su abuela lo llevaba a su casa y pasaba el día con ellos hasta almorzar. “Ahí se hablaba piamontés. Mi primera lengua fue el piamontés. Después aprendí el castellano”, dijo.
Luego, al hablar sobre lo que debería hacer una persona que ha sufrido tanto, el Pontífice invitó a dejar el corazón siempre abierto y alertó: “Lo peor que puede suceder en la vida es que el dolor te cierre, es un poco el gesto de los dientes, el dolor te hace arisco”. En esta línea, Francisco incentivó a “dejar lugar a la caricia, el dolor pide ser acariciado. El dolor pide eso. Dejar lugar a la esperanza”.