Hola, buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
CONOCER PARA AMAR
Ayer me tocaba servir el desayuno en el refectorio. Muchas veces, cuando realizo este servicio simplemente lo hago «porque toca»; otras veces, en cambio, porque sé que detrás del servicio hay un bien para mí, para salir de mí misma y crecer en el amor… Pero ayer el Señor me regaló descubrir algo importante.
Mientras iba pasando con la leche y el café o con la bandeja, me daba cuenta de que sabía bien lo que iba a escoger cada hermana: sabía que esta hermana no quiere azúcar, aquella, sin embargo, prefiere miel; esta solo pide leche caliente, otra, en cambio, solo fría…
¡Me di cuenta de que servir al otro me hace conocerlo! Y viceversa, cuando me dejo servir por otro, le estoy dando la oportunidad de conocerme.
Entonces me vino a la memoria aquel momento en el que Jesús se quita el manto y se pone a lavar los pies a sus apóstoles. Él es el primero en servirnos a nosotros, porque Él nos ha amado primero. Él es quien verdaderamente nos conoce hasta el fondo, pero necesita que nosotros le dejemos «lavarnos los pies», que le dejemos tocar nuestra pequeñez, para que experimentemos precisamente ahí cómo nos ama.
Así le sucedió a Pedro, que no quería dejarse lavar los pies por Jesús. Hasta que entendió que Jesús lo que quería era que le abriera su libertad, y ahí precisamente, se dejara “lavar los pies» por Él.
Jesús me invita a hacer lo mismo que Él ha hecho conmigo. Después de haber experimentado cómo Él me ama, entonces puedo acercarme al otro para servirle, para conocerle y así poder amarle tal y como es y tal como está.
Hoy el reto del amor es dejarse «lavar los pies» por Jesús, y después hacer lo mismo con la persona que Él te ponga. Que el Amor de Cristo pueda pasar a través de ti hacia los demás.
VIVE DE CRISTO