Buenos días, hoy Matilde nos lleva el Señor. Qué pases un feliz día.
MI ALMA TIENE ANSIA DE TI, DIOS MÍO.
En este tiempo de Cuaresma, el ayuno es una de las prácticas a llevar a cabo. Y, no es sólo ayunar de vicios, de apegos que no dejan pasar la luz de Dios, con todo su brillo. Esto es lo principal, porque el Señor, lo primero que mira es el corazón y sus intenciones.
Pero, en la tradición monástica el ayuno es algo más. Tiene que concretarse en la vida, en el uso mermado de la comida y también en las vigilias y demás ascesis del cuerpo y del alma, que ofrecemos con alegría, a Dios, por su Iglesia Santa.
Así, nosotras, tenemos un desayuno frugal, leche y pan todo lo que desees. Después, la comida sin nada de carne,(a no ser los domingos), es con huevos o pescado, verdura y fruta. Por último está la cena que, es a base de patatas,guisadas, fritas, etc. Bueno, ¡siempre son patatas!. Pero uno llega a cogerle el gusto y nos hace dar gracias a Dios porque, ¡¡siempre cenamos patatas!!
Con lo que os digo, os hacéis una idea de lo que nosotros hacemos con este ayuno corporal. Todo esto se lleva con gozo y paz y, uniéndonos a Cristo que, en su vida mortal ayunó de tantas cosas.
Pero acerca de esto querría compartiros algo que me sucede en este tiempo especial: antes de comer vamos al coro a rezar el rosario y entre cuenta y cuenta, ¡a mí me entran unas ganas de comer enormes!. Y, me distraigo pensando, sin darme cuenta, en lo que hoy nos pondrán las cocineras de comida, que, ¡no dudó será muy bueno para el hambre que yo tengo!.
Y esto que es tan humano, me lleva enseguida de la mano al “hambre espiritual”. El hambre física, se renueva cada día y nunca se ve saciada. Pero, el “hambre de Dios”,según avanzamos en este tiempo hacia la Pascua, se va colmando nuestro espíritu de una presencia amiga y de un ansia, también, de ir convirtiendo nuestro corazón a Dios.
Y, me vienen trozos de salmos que explican muy bien este hambre y sed de Dios: “Mi carne tiene sed. de ti, como tierra reseca”; “Mi alma, te ansía de noche” y también las Palabras de Jesús en su ayuno en el desierto: “Al fin, sintió hambre”.
Y después de todo, lo que queda, es un ansia de la presencia de Dios que, calme la sed y el hambre de Él…
Hoy, el reto del amor es que, ante el gusto y deseo de comer, vayamos a Jesús en la Eucaristía para “gustar del torrente de sus delicias” que, es, su Cuerpo y su Sangre y,demos gracias a Dios por este manjar de vida eterna… Y,también, ¡por el alimento del cuerpo!
VIVE DE CRISTO