«Cristo no vino a condenar, sino a salvar». Él abraza nuestra vida y no está interesado en «procesarnos y someternos a juicio «. Así habló el Papa Francisco en el Ángelus del cuarto domingo de Cuaresma comentando el Evangelio del día. También nosotros, por tanto, no debemos usar juzgar y condenar a los demás.
Adriana Masotti – Ciudad del Vaticano
Jesús conoce nuestras debilidades y nuestros pecados, pero no utiliza este conocimiento «para señalarnos con el dedo, sino para abrazar nuestra vida, liberarnos de nuestros pecados y salvarnos». En sus palabras en el Ángelus de este IV Domingo de Cuaresma, el Papa Francisco invitó a los fieles a considerar que Jesús no vino al mundo para condenar, sino para salvar. El pasaje litúrgico del Evangelio narra el encuentro y la conversación del Maestro con Nicodemo, fariseo y uno de los jefes de los judíos. Es a él a quien Jesús explica su misión.
Jesús nos conoce en profundidad
El Papa observó que Cristo muestra a menudo que es capaz de ver en profundidad el corazón y el pensamiento de las personas a las que se acerca, cuyas intenciones y contradicciones desvela.
Ante Jesús no hay secretos: Él lee en el corazón de cada uno de nosotros. Y esta capacidad podría ser perturbadora porque, si se mal utilizada, hace daño a las personas, exponiéndolas a juicios faltos de misericordia.
Dios no nos señala con el dedo
Todos nos equivocamos, continuó diciendo el Papa, y, si el Señor usara el conocimiento de nuestras debilidades para condenarnos, nadie podría salvarse. Pero Él no lo utiliza para señalarnos con el dedo, sino que abraza nuestras vidas para liberarnos de los pecados y salvarnos. No le interesa procesarnos y someternos a una sentencia.
Él quiere que ninguno entre nosotros se pierda. La mirada del Señor sobre nosotros no es un faro cegador que deslumbra y pone en dificultad, sino el suave resplandor de una lámpara amiga, que nos ayuda a ver en nosotros el bien y a darnos cuenta del mal, para convertirnos y sanarnos con el apoyo de su gracia.
No nos corresponde condenar
Siguiendo el ejemplo de Jesús, «los cristianos estamos llamados a hacer lo mismo», afirmó el Papa, señalando lo fácil que nos resulta juzgar a los demás. Y concluyó improvisando:
Pensemos en nosotros, que tantas veces condenamos a los demás; que tantas veces nos gusta cotillear, buscar chismes contra los demás. Pidamos al Señor que nos dé a todos esta mirada de misericordia, que miremos a los demás como Él nos mira a todos. Que María nos ayude a desear el bien de los demás.