SIN DISTANCIA
Los días que me toca atender al torno, llevo un teléfono inalámbrico que está conectado al timbre. Sin embargo, como el monasterio es tan grande y los muros tan anchos, hay zonas en que la señal no llega.
Una de esas “zonas negras” es precisamente la sala donde ensayo con el órgano. Para que el teléfono funcione tengo que dejarlo junto a la puerta y, si alguien llama, antes de contestar tengo que salirme hasta el claustro, a cielo abierto, para que me oigan sin interferencias.
Hace un par de días vinieron los técnicos. No sé qué tocaron por ahí arriba, ¡¡pero ahora mi telefonillo coge la señal incluso junto al órgano!! ¡¡Puedo contestar sin tener que salir en estampida!!
La señal se ha hecho más fuerte, y, aunque los muros siguen estando ahí, ya no la detienen.
¡Y esto es lo que desea el Señor! Que nuestra comunión crezca tanto que mantenga conectado nuestro corazón, ya sea en el cielo abierto de los buenos momentos o en la habitación más profunda de nuestro corazón. Su sueño es que la señal de Su amor llegue sin interferencias, estar unidos “en las duras y en las maduras”.
La Cuaresma es precisamente ese tiempo “de reparaciones”, de ponernos en manos del Técnico para que ajuste lo que sea necesario, extienda cables, haga conexiones… No importa el grosor de los muros, ¡¡¡Él sabe bien hacer el milagro!!! Al fin y al cabo, Él es quien más desea esta comunión profunda:
“Entonces clamarás al Señor y te responderá; pedirás ayuda y te dirá: «Aquí estoy»” (Is 58, 9).
Hoy el reto del amor es encontrar tus “zonas sin conexión”. ¿A qué habitaciones de tu corazón no les llega la señal? Coméntaselo a este Técnico y dale permiso para cambiar lo que quiera. Créeme, ¡su señal tiene poder para atravesar cualquier muro! ¡Es cuestión de conectar bien los cables!
VIVE DE CRISTO.