Del 19 al 24 de febrero, un minuto con el predicador de la Casa Pontificia para rezar con el Papa y la Curia Romana a través de los canales sociales de Vatican News: «Hay pocas palabras capaces de decir en un minuto lo suficiente para llenar un día y, de hecho, una vida: las que salen de la boca de Jesús. Se las propondré una a la vez, rogándoles que las ‘mastiquen’ durante todo el día, como un chicle».
Vatican News
En esta semana en la que el Papa Francisco y sus colaboradores de la Curia Romana están dedicados a los Ejercicios Espirituales de Cuaresma, Vatican News ofrece una reflexión al día, del 19 al 24 de febrero, del predicador de la Casa Pontificia, el cardenal Raniero Cantalamessa, en sus canales sociales de X, Facebook, Instagram y WhatsApp. «Me han pedido que comparta con ustedes, durante seis días, una reflexión de aproximadamente un minuto. Hay, en el mundo, pocas palabras capaces de decir en un minuto lo suficiente para llenar un día y, de hecho, una vida: las que salen de la boca de Jesús», explica el cardenal capuchino. «Se las propondré una a la vez, rogándoles que las ‘mastiquen’ durante todo el día, como una especie de chicle del alma».
La reflexión del Cardenal
«La palabra para ‘masticar’ hoy -dice Cantalamessa en su reflexión- es la pregunta que Jesús le hizo a la hermana de Lázaro ante la tumba de su hermano muerto: ‘¿Crees?’ (Jn 11,26)». «Deja de lado por un momento todo lo que has aprendido de memoria en el catecismo y que repites en el Credo. Entra en esa esfera secreta, donde sólo estás tú y Dios. Pregúntate: ¿Creo? ¿He creído realmente alguna vez, personalmente, y no sólo ‘a través de un intermediario’, aunque fuera la Iglesia universal? San Pablo escribe que «con el corazón se cree y con la boca se hace la profesión de fe» (Rm 10,10): ¿mi profesión de fe, sale de lo más profundo de mi corazón? La fe abre horizontes nuevos; es la única capaz de dar una respuesta seria a las preguntas más importantes del ser humano: «¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿Adónde voy?». La era electrónica nos ofrece una nueva imagen de la fe: la conexión a internet. Abres la página de Google y ya estás conectado. Todo el mundo virtual se abre ante ti. Algo parecido se obtiene con la fe. Sin cables, sin costes. Una breve oración, un simple movimie+nto del corazón, una mirada a la imagen de Cristo que tienes delante, ¡y ya estás conectado! Conectado a un mundo que no es virtual, sino real. El único que es verdaderamente real, porque es eterno: ¡el mundo de Dios!»