Hola, buenos días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
MEMORIA DEL DOLOR
El otro día, una persona que estaba recuperándose de una caída me compartía que el dolor le había cambiado la postura. Aunque ya no le duele, al levantarse tiende a poner la postura que tenía en los momentos de dolor. Después de contarlo, añadió: » es la memoria del dolor».
Como primer impulso, sigue protegiéndose aunque ya no sea necesario. La postura en la que no le dolía se le ha quedado grabada hasta que vaya cogiendo confianza a base de experimentar que ya ha pasado todo.
La memoria del dolor, esta expresión me venía de forma recurrente en la oración al hablar con el Señor porque de alguna manera, todos la tenemos con las experiencias que vivimos a lo largo de la vida. Memoria que nos lleva a sentir miedo a la hora de afrontar distintas situaciones, a protegernos pensando que nos pueden volver a herir.
«Si tú quieres, puedes curarme» (Mc 1, 40-45), dijo el leproso del evangelio a Jesús y Él le respondió: «¡Sí, quiero: sana!»
Jesús quiere curarnos de nuestras caídas, de nuestras heridas. Si dejas que Él entre en la memoria del dolor, si le muestras sin miedo tu verdad, lo que sientes, lo que te ha dolido; si se lo entregas y dejas que Él lo cargue por ti, podrás recordar pero sin dolor, porque tu memoria pasa a ser Suya.
De Su mano, puedes mirar tu pasado de una manera nueva, apoyado en Jesús, en todo el Amor que tiene por ti, recuperar la confianza y poco a poco aprender a caminar, a mover las manos, a dejar que el corazón vuelva a latir con gozo y alegría.
Dejar que Él muera y resucite por todo lo que te ha dolido y puedas vivir confiado.
Hoy, el reto del amor es dejar que Cristo entre en la memoria del dolor. Ve a una iglesia, siéntate con Él y mostrándole todo lo que te impide moverte con normalidad, dile: «Si tú quieres, puedes curarme.»
VIVE DE CRISTO.