«Empieza ahora y sé quien serás en el futuro»
Cuarto hijo de la noble y caduca familia de los Emilianos, como la mayoría los jóvenes venecianos del 1500, Jerónimo soñaba con una carrera militar, sobre todo porque era la más rentable. Las noticias sobre su vida antes de alistarse en 1509 son muy escasas; se sabe, sin embargo, que cuando tenía unos diez años sufrió mucho debido a que su padre se suicidó.
Encarcelamiento y conversión
En 1511, durante el asedio de la Fortaleza de Castelnuovo di Quero, a lo largo del río Piave, cayó prisionero del enemigo y la experiencia de la detención, aunque sólo duró 30 días, lo cambió profundamente. En medio del hambre, del dolor y del temor por su vida, Jerónimo buscó y encontró las palabras para volver a rezar y dirigió sus peticiones específicamente a Nuestra Señora, a quien prometió cambiar su estilo de vida a cambio de la libertad. Una vez liberado de la prisión, encontró refugio en Treviso, y para cumplir el voto que hizo a Nuestra Señora le confió a un sacerdote el estado de su ánimo, quien le aconsejó acercarse a frecuentar los sacramentos y leer con ahinco la Palabra de Dios. La providencia divina lo ayudó así a cambiar su mente y su corazón.
Su servicio a los últimos
La primera oportunidad que Jerónimo tuvo para probar su renovada identidad fue durante la epidemia de peste que azotó Venecia en 1528. Con un grupo de voluntarios viajó por la ciudad para llevar consuelo a los enfermos y puso a su disposición todos sus bienes. Él mismo se infectó con la peste pero la superó por efecto de una prodigiosa sanación. Así comenzó su camino de heróica caridad que siempre se dirigió a los más necesitados, empezando por los pobres, las prostitutas, pero sobre todo los huérfanos.
Dedicación de su vida a los huérfanos
Cuando su hermano Lucas murió dejando huérfanos a sus tres sobrinos, Jerónimo se hizo cargo de ellos y fue allí donde tuvo la nueva intuición de la vida: crear una asociación que se ocupara de los jóvenes que se habían quedado sin familia y que se ocupara de su educación. Así, en 1533 fundó en Bérgamo la Compañía de los Siervos de los Pobres, dedicada a la protección de los huérfanos de guerra, de los más débiles e indefensos: para ellos Jerónimo creó una escuela de artes y oficios a la que asoció la enseñanza del catecismo, siguiendo un método innovador para la época que tenía como programa fundamental la oración y el trabajo como los principios fundamentales que ennoblecen a la persona.
Su muerte y la difusión de la obra
Jerónimo murió por la peste en 1537, fue canonizado en 1767 y desde 1928 es el santo patrón de la juventud abandonada. Con el tiempo, la Compañía original se convirtirá en una Congregación y en 1568 Pío V la elevará a Orden. Sus religiosos se llamarán Clérigos Regulares de Somasca, que era el lugar que el Arzobispo de Milán había asignado a Jerónimo y desde el que todo había comenzado. En el carisma de los Somascos María es venerada como «Mater orphanorum».