Hola, buenos días, hoy Lety nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
IMPREVISTO
Ayer por la mañana tuve un día muy movido y llegué a la comida cansada y con hambre. En el carro de la comida solo vi lentejas. No le di mayor importancia pensando que el resto de la comida llegaría más tarde. Esperé y… no traían nada más, al final pregunté a la hermana que estaba sirviendo. Ella me miró con mucho cariño y me dijo: «Hoy es el día del ayuno voluntario, en favor de la campaña del domingo de Manos Unidas”. No te puedes imaginar qué cara se me quedó. No tanto por el ayuno, sino por el cambio de planes que no me lo esperaba.
Mientras comía las lentejas, le decía al Señor lo difícil que es que te cambien los planes, que te digan que el camino es otro o que esto no es. Por la mañana programo el día, más o menos, pero los imprevistos siempre llegan en el peor momento. Y resulta que el Señor siempre está detrás de lo imprevisto, porque está reconduciendo tu jornada.
Lo que realmente cuesta es confiar en Su providencia. Es decir, suspender el juicio de lo que a mí me parece o tiene que ser, y dejarlo en manos del Señor, rendirte a Dios. En ese momento empiezas a ver que todo está bien. Porque has cambiado tu mirada, ya no la tienes en lo inmediato sino en Él, y tu corazón descansa porque sabes que siempre sale por ti. Una de las cosas que debemos tener en cuenta cuando confiamos es que nuestros tiempos no son los tiempos de Dios.
Jesús en el Evangelio nos da la sensación de que nunca tenía planes. Vemos que cuando se los cambian, Él con gran naturalidad lo acepta. Por ejemplo, en el pozo de Sicar se encuentra con la samaritana y se detiene a hablar con ella; o cuando va por el camino y le salen al encuentro unos leprosos para que los cure. Él siempre ve que detrás de cada minuto está Su Padre Dios.
Hoy, el reto del amor es orar cuando te cambien los planes. Mira a Cristo y pregúntale: «¿Qué quieres de mí en este momento?» Descúbrelo en lo imprevisto.
VIVE DE CRISTO