Virgen de San Juan de los Lagos o Cihualpilli: Pequeña imagen de la Virgen María en su advocación de la Inmaculada Concepción, considerada milagrosa y venerada en la ciudad de San Juan de los Lagos, en el estado de Jalisco, de la cual es patrona. Es visitada por millones de peregrinos al año llegados de todos los rincones de México, parte de los Estados Unidos, América Latina y lugares de Europa, es la segunda más visitada en México después de la Virgen de Guadalupe en el Cerro del Tepeyac.

La Virgen de los lagos es usualmente llamada: Chaparrita o Sanjuanita de los Lagos.

Según la historia basada en 1623 en testigos oculares fue una familia de cirqueros que se dirigían a la ciudad de Guadalajara la cuál llegó a descansar a esta región, trayendo con ellos varios espectáculos, entre ellos, el de una niña que brincaba en un trapecio sobre una cama con dagas, en un acto, la niña no equilibra bien y cae sobre la misma provocándole la muerte inmediata. Poco antes del entierro de la niña, una indígena llamada Ana Lucia, esposa de Pedro Andrés, la cual se encargaba de cuidar la pequeña capilla, al ver el dolor de los padres de la niña pide llevar a una pequeña imagen, la cual ella llamaba La Cihualpilli, que significa La Gran Señora, diciendo que era muy milagrosa; ya que en ocasiones la imagen cambiaba de lugar, de la sacristía al altar y en el transcurso de la noche cambiaba de lugar en repetidas ocasiones, y la colocó en el pecho de la niña quien con este hecho volvió a la vida.

También se cuenta que el dueño en agradecimiento se llevó la imagen a Guadalajara donde fue restaurada por unos ángeles; lo cual advirtió, una vez que quiso pagar el trabajo de reparación, los responsables habían desaparecido.

La pequeña Imagen de Nuestra Señora de San Juan mide 33.5 centímetros, y pesa 321.9 gramos. Está elaborada en pasta de caña de maíz por artesanos de la región de Pátzcuaro, Michoacán. Representa a la Inmaculada Concepción, de pie con sus manos ante el pecho y su rostro un poco inclinado al frente. Llevaba a sus pies las puntas de una media luna, la cual le fue retirada posteriormente. Está vestida en la misma talla de pasta con su vestido rojo y manto azul estrellado, adornado por una cenefa de oro fino. Su rostro es ovalado del color del marfil y rosado en el rubor de sus mejillas; los ojos rasgados pintados de un color café almendrado; la nariz recta; la boca cerrada, muy pequeña y bien modelada; las cejas delgadas y bien delineadas. Su pelo se esparce en dos mechones que le caen de forma ondulada por los hombros hasta los codos. Su cabeza es más grande en proporción con el tamaño del cuerpo, tal vez, con este detalle, el escultor trató de representar la pureza de María como la de una niña pequeña. El 8 de mayo de 1990 fue un día muy glorioso para los sanjuanenses, porque su virgen iba a ser visitada por el Papa Juan Pablo II.

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