Chetumal, Quintana Roo.— Hace más de setenta años, “El Peregrino de Atocha” que publicaba Plateros de los Padres Josefinos, encargados del Santuario, confesaban que no había datos sobre quién trajo la imagen de Atocha.
“Ignoramos también desde cuando los católicos mexicanos comenzaron a tributar culto especial a la pequeña pero simpática imagen del Santo Niño de Atocha”.
Muchas veces se ha tratado de investigar a fondo el origen de esta devoción al Santo Niño, y no se ha encontrado en los archivos la más pequeña huella de su historia.
Desde mediados del siglo xix, se ha venido haciendo incontables ediciones de una “Novena y Triduo dedicados al Milagrosísimo Niño de Atocha”. Nadie numera las ediciones, que salen de las prensas en Fresnillo y en Zacatecas, en México y en Guadalajara, en León, Gto. y hasta en ciudades de América Central.
Ese pequeño manual de oraciones, que incluye alabanzas en verso y narraciones de milagros, ha resistido el correr de los años. “Novenas” escritas por teólogos y pastoralistas han tenido que retirarse de la circulación porque los devotos del Santo Niño quieren mantener siempre el rezo tradicional.
Aunque el modesto folleto no tiene pretensiones históricas, es el testimonio más antiguo que poseemos sobre una devoción popular muy arraigada y que plantea interrogantes que no tienen respuestas.
Sexto día del novenario al Santo Niño de Atocha.. Gracias al #periodicodagradafamiliadiocesiscancunchetumal por difundir la devoción del pueblo mexicano