Por Silvia del Valle
En la actualidad existe un gran temor, podría decirse que, hasta pánico, entre los
adolescentes y jóvenes por lo que va a pasar en el futuro, lo que les hace vivir con
gran agobio y estrés, que los lleva a vivir con depresión, desánimo y sintiéndose
las víctimas de la época que les ha tocado vivir.
Otro problema que viene con la futuro fobia es que los jóvenes sienten que el
apocalipsis económico, laboral, ambiental, etc., está a la vuelta de la esquina por
lo que viven la vida loca, sin importar las consecuencias ni sentir la
responsabilidad de sus actos y por supuesto, sin hacerse responsables de ellos.
Nosotros como papás podemos y debemos ayudarles a salir de esta dinámica
conteniendo y orientándolos sin juzgarlos o acusarlos de fatalistas, para abrir un
canal de comunicación que nos permita saber qué pasa por su mente y corazón.
Esto no es tarea fácil, implica un estilo de vida donde la fe tiene un protagonismo
fuerte y donde la esperanza se debe vivir en el día a día, por eso aquí te dejo mis
5Tips para lograrlo.
PRIMERO. El pasado a la Misericordia.
Muchas veces el problema es porque traen cargando hechos o recuerdos que les
duelen o que aún les hacen daño, ya sea personales o familiares.
La mente de los jóvenes vuela sin control porque no tienen fuerza de voluntad y la
dejan libre dando paso a pensamientos obsesivos, tristes, angustiantes, que los
llevan a la depresión o desesperación.
Este hecho se ve afectado o aumentado por la música que escuchan o por las
películas que ven, ya que muchas veces presentan problemáticas fatalistas o
apocalípticas que les generan una burbuja de la que es difícil salir.
Enseñarles a confiar el pasado a la Misericordia de Dios es un antídoto eficaz para
contrarrestar la angustia y la ansiedad que les impide dimensionar correctamente
los hechos y las situaciones que se les presentan.
Una forma muy sencilla es que al terminar cada día hagan un resumen de todo lo
que hicieron en el día y lo ofrezcan a Dios para que sea Él quien dé frutos de
nuestras acciones.
SEGUNDO. El presente al Amor.
Cuando no confiamos nuestro presente al Amor de Dios seguro que veremos todo
de forma negativa, como si todos conspiraran contra nosotros y esto colabora para
que nuestros hijos le tengan pánico al futuro.
Es cierto que algunas veces el presente es difícil, que hay problemas que se ven
interminables y parece que no tienen solución, pero si tenemos la seguridad de
que Dios nos ama, entonces podemos decir que todo pasa para bien de los que
creemos Él y tendremos la capacidad de esperar con paciencia y pensar, con la
cabeza serena, en la mejor solución para nuestros problemas.
Es bueno recordar que nuestros hijos no siempre saben cómo hacer esto, por lo
que podemos enseñarles desde pequeños a ver a Dios en todo y en cada
momento de nuestra vida.
También podemos, con nuestro ejemplo, enseñarles a encomendar el día por las
mañanas para pedirle a Dios que nos mire con Amor y nos ayude en cada
situación que se nos presente, con el firme propósito de que nosotros haremos
todo lo que esté en nuestras manos para que las cosas salgan bien. Siempre en
familia es mejor.
Y si no es así, que tengamos la capacidad de ofrecer lo vivido a Dios y esperar
que el día siguiente sea mejor y que nos permita Dios sentir su Amor.
Nuestros hijos pueden practicarlo si les ponemos un pequeño altar en casa para
que sea ahí donde se acerquen a ofrecer el día a Dios por la mañana, a pedirle su
ayuda y protección y donde ofrezcan el día por la noche.
TERCERO. El futuro a la Providencia.
Es aquí donde nosotros como papás debemos estar más atentos para que
nuestros hijos hagan un hábito, encomendando el futuro a Dios, haciendo un acto
de confianza y fortaleciendo la esperanza.
Es bueno que se pongan metas alcanzables y medibles y que nosotros estemos
atentos para ayudarlos a cumplirlas, de esta forma trazaran un camino claro para
recorrer a lo largo de la vida y les ayudará a darle un sentido trascendente a su
existencia.
Mientras más tiempo ocupado tengan, menos oportunidad de malos
pensamientos, ansiedad o pánico por el futuro. Y si además les enseñamos a
encomendar el futuro a la Providencia de Dios pues entonces serán jóvenes
felices pues confían en que no tienen que solucionar todo ellos, pues tienen la
mano fuerte de Dios que les ayuda siempre.
CUARTO. Cuidado con las modas.
Un punto de vulnerabilidad para nuestros hijos adolescentes, sobre todo, es el
deseo de que la sociedad los acepte y que encajen en los ambientes donde se
desenvuelven, por eso es muy fácil que caigan en las garras de las modas.
No siempre son malas, pero la gran mayoría de las veces les invitan a consumir,
ya sea bebidas, estupefacientes, comida o comprar y comprar sin freno; otras
veces les invitan a realizar acciones osadas, absurdas o ridículas que les permiten
ser populares o por lo menos entrar en algún círculo de amigos y eso les da
satisfacción y sentido de pertenencia. Hay modas peligrosas que les invitan a
adelgazar mucho para entrar en la ropa y esto los puede llevar a la anorexia o a la
bulimia, a hombres y mujeres.
Estar a la moda no es malo, pero dejar que la moda rija su vida si lo es y nuestros
hijos deben estar conscientes de que “de la moda lo que te acomoda”.
Nosotros debemos tener claro que no les podemos dar todo, aunque nuestra
condición nos lo permita, porque los estaremos mal acostumbrando y esto los
puede llevar a la futuro fobia, ya que no se sentirán capaces de obtener lo mismo
por sus propias fuerzas.
Y QUINTO. Siempre responsables de sus actos.
Una de las mejores armas que les podemos dar a nuestros hijos es que los
enseñemos a hacerse responsables de sus actos, a reconocer sus errores y a
aprender de ellos.
Para lograrlo es necesario que desde pequeños les ayudemos a reconocer
cuando hicieron alguna travesura, cuando algo no salió bien y a decirles que está
bien si reconocemos que nos equivocamos.
Es bueno premiarlos si nos dicen la verdad, aunque tengan que reparar la falta
cometida.
Conforme van creciendo es necesario que se hagan responsables de cumplir con
sus deberes y con las responsabilidades de la escuela, siempre con nuestra
supervisión, pero parte de madurar es reconocer las debilidades y carencias para
apuntalarlas y crecer.
Cuando un niño es responsable de sus actos se convierte en un joven con visión y
capaz de ponerse metas y darles seguimiento ya que ha forjado su carácter y
fuerza de voluntad, por lo que será más difícil que las modas le muevan al actuar y
el pánico al futuro le controle y coarte sus acciones, por lo que la futuro fobia
quedaría fuera de su radar.
Y si además saben confiar en Dios, esperar en su Providencia, entonces tendrán
un presente pleno sin que tengan pensamientos apocalípticos que les generen
pánico por el futuro.