Konaté Hernández
Cancún, Quintana Roo.— Al concluir los 12 primeros y agitados días decembrinos, procesiones de millones de peregrinos, antorchistas, para cumplir alguna manda o petición, en Santuarios, parroquias de todo el país, durante el docenario dedicado a Nuestra Señora de Guadalupe, inicia un receso de tres días.
Inmaculada Concepción, dogma de fe, celebración de gran solemnidad y advocación Mariana a Nuestra Señora de Guadalupe, una el 8 y la otra el 12 de diciembre.
Una gran manifestación de amor a María Santísima, bajo el dogma, término griego δόγμα «parecer, opinión o creencia», que deriva de δοκέω (dokeo), «pensar, suponer, imaginar», significa ley u ordenanza decretada desde el siglo I, es una «proposición firme y cierta, principio innegable». Mientras Advocación, es una fiesta o celebración religiosa, en términos generales, sirve de identificador de un lugar, mensaje o característica específica a la hora de rezar a alguien o algo sagrado.
Del 13 al 15, receso, para iniciar el periodo de las posadas del 16 al 24 de diciembre, con el tradicional novenario, festividad religiosa que, es común agregar una serie ritos culturales. Las Posadas son fiestas populares originarias de México, extendidas a otros países de Hispanoamérica y del mundo.
Las primeras celebraciones pretendían sustituir la festividad azteca que en México prehispánico, celebraban el advenimiento de Huitzilopochtli (dios de la Guerra), en la época invernal, llamada Panquetzaliztli que duraba del 06 al 26 de diciembre, cierta coincidencia con aquellas en las que los europeos celebraban la Navidad, que ayudó a la evangelización, sustituyendo la imagen de Huitzilopochtli por la de Jesús, María y José.
La simbólica posadas fue utilizada por el evangelizador agustino Diego Soria, quien obtuvo del Papa Sixto V indulgencias para realizar las nueve misas de aguinaldo, los días anteriores a Navidad. Para el siglo XVIII, la celebración, aunque no dejó de realizarse en iglesias, tomó mayor fuerza en barrios y casas, sustituyendo la música religiosa por el canto popular.
Para facilitar la conversión de los conquistados, los frailes realizaron representaciones del peregrinar de San José y la Virgen María, de Nazaret a Belén para empadronarse en el censo ordenado por César Augusto. Representación que consiste en solicitar alojamiento, en ese simbólico camino a Belén hasta la Nochebuena 24 de diciembre, víspera del Nacimiento de Jesús, haciéndose notar las penurias por las que pasaron hasta encontrar el establo en Belén.
Los días subsecuentes, es decir del 26 al 31 de diciembre, por ser está la última semana del año, la sociedad parece desenfrenada, enloquecida, tal cual ritual de fin de año. El día de los Santos Inocentes, triste episodio que recuerda la matanza de niños menores de dos años nacidos en Belén de Judea, ordenada por Herodes el grande con el fin de deshacerse de Jesús de Nazaret o la fiesta de la Sagrada Familia en la que la Iglesia invita a mirar a José, a María y al Niño Jesús como modelos de vida. Son fiestas que no se deben olvidar, aun cuando la mayoría de la gente o se encuentren de vacaciones o vive la resaca, de los últimos días del año.