Un hombre de fe

Ha muerto físicamente un hombre que entregó su vida a servir a todos desde su inquebrantable fe católica. Me refiero a Monseñor Fabio Martínez Castilla, Obispo de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas e Hijo Predilecto de Isla Mujeres, a quien recordaremos siempre como el amigo que siempre nos dio consuelo espiritual, como el compañero de pescas de atarraya con su padre y sus hermanos, como el isleño amoroso, noble y leal que siempre fue.

Para recordarlo mejor, inscribiré una semblanza de su vida, a partir de datos de entrevistas que me concedió. Mi único afán es de rendirle un humilde homenaje, con el cariño, la admiración y el respeto que le guardo.

Los años primeros…

Empezaré recordando que fue a temprana edad cuando aquel niño inquieto, de vivarachos ojos verdes, que no se posaban mucho tiempo en cualquier cosa, intentó por primera vez salir de Isla Mujeres para prepararse profesionalmente.

Dicen que hubo que bajarlo por la fuerza del barco porque él estaba decidido a irse a Mérida, pues según había escuchado, había ahí escuelas dónde estudiar hasta convertirse en una persona útil a los demás.

Fabio sentía desde esa temprana edad el llamado de la fe, y no le importaba que sus afanes de superación lo condujeran por un camino que pocos eligen recorrer, el del sacerdocio, que tantos sacrificios exige y tantas privaciones impone.

Fabio nació el 20 de julio de 1950 en Isla Mujeres, en el seno de una familia devota en grado superlativo. Llegó al mundo en una casa muy humilde ubicada en la Calle Morelos entre Juárez e Hidalgo, recibiéndolo la señora Mercedes Leyro, que era una de las parteras habilitadas en la isla, según me cuenta su hermanita Linda Martínez Castilla, quien me narró además lo siguiente:

“Mi Padre Domingo Martínez Sabido laboraba ayudando a Don Fernando Fernández en sus negocios, y al morir éste debió dedicarle mayor tiempo a ese trabajo junto a la viuda de Don Fernando, la señora Prisca Gómez Sabido. Claro, lo anterior sin dejar de pescar porque mi Papá entregó su vida útil al mar.

Por eso Fabio nació en esa casa pues ahí vivíamos en ese tiempo, a unos metros del Parque Principal y de la escuela primaria donde cursó hasta 6º año, terminando esa etapa de su formación cuando frisaba los doce años. De los maestros que lo instruyeron recuerdo a Carlota Azueta, Zoila Moo, Antonio Castillo, Sotero Puc y a Julio Sauri Espinosa, que fue quien le dio el sexto año” –cuenta Linda y añade:

“Yo lo recuerdo travieso, juguetón, alegre de vivir, como si quisiera en esos sus primeros años divertirse para entregarse después por entero a la iglesia católica. Sus carreras por el parque, descalzo, jugando entre las filosas rocas del litoral oriental, pescando con mi padre y mis hermanos, en fin, disfrutando de aquella vida sencilla sin lujos ni comodidades, sí, pero muy unidos como familia.

Yo creo que dos factores influyeron en su decisión de hacerse sacerdote: Una de ellas fue la llegada de los primeros Misioneros de Mariknoll a la isla, y la otra mi abuelita Florita Sánchez Azueta, que era quien atendía a los religiosos, ayudada por Fabio que era el encargado de hacer las compras o de conseguir lo necesario para preparar comida y lavar ropa, principalmente.”

Hay que decir de Doña Florita Sánchez Azueta que fue una mujer de corazón tan grande que se desprendía de sus escasos recursos para ayudar a cualquier necesitado. Un día sin avisar donó parte de su terreno para que construyeran una escuela primaria, la Andrés Quintana Roo, la cual estuvo contigua a lo que es hoy el Hotel Boca Iglesia, frente al Parque Principal de la isla. Otro día más aportó terreno también para la construcción del Hospital Civil Militar de la isla allá por 1962. De ese tamaño era su amor por Isla Mujeres.

De su esposo Don Asunción Castilla Alcalá no puede decirse menos, porque era un hombre muy religioso también, y de corazón bondadoso.

Regresando a los Misioneros de Mariknoll, platicó Linda que venían en un principio de Cozumel a oficiar Misa, Confirmaciones y Casamientos hasta que se radicaron en la isla, donde promovieron por varios años actividades de mejoramiento de la comunidad. A ellos “se les pegó” Fabio desde que tenía 9 años de edad, participando en todas sus actividades, e incluso cuando junto con otros niños hacían excursiones a la Zona Continental.

“Fue el Padre James Bernard Nagle, quien con más esmero cultivó en mi hermano la vocación religiosa, siendo el que lo apadrinó para que ingresara al Seminario en Mérida Yucatán, a donde lo acompañó tomándole la mano.” –comenta Linda.

Ismael, hermano también de nuestro personaje, evoca sus años infantiles que fueron de trabajo, pues ayudaban a la economía de la familia pescando pargos y barracudas que salaban y entregaban para exportación.

“También vendíamos los antojitos que nuestra Madre hacía, tales como codzitos, dulces y queques, además de verduras y hortalizas que plantaba nuestro abuelo Ignacio Martínez Vega, sin menoscabo de que también boleábamos zapatos por las tardes y noches.

Por trabajo no paramos nunca –agrega Ismael- pues mi Papa, conocido como Don Pichi, aportaba dinero extra trabajando de mago en el parque, lo cual nos divertía a todos los niños de ese tiempo. En lo que nuestro progenitor emprendiera ahí estábamos Fabio y toda la familia para ayudarlo.” –concluye, y continúa Linda:

“A veces alcanzaba para ir al cine pero era muy de vez en cuando. Con Fabio el relajo era que si veía una película de Tarzán llegaba a la casa dando alaridos como el hombre mono –dice riendo, y haciendo memoria comenta que: si bien hoy la isla no tiene cine, en décadas pasadas hubo varios. El primero fue el que operó en la Armada de México, luego se hacían proyecciones en el que fue Teatro del Pueblo, después en la esquina noreste de las calles Hidalgo y Morelos, y por último el que funcionó al lado de lo que fue el Super Betino.”

En ese ambiente creció Fabio; en aquel pintoresco puerto de pescadores que por temporadas olía a tortuga, a lisa asada o a pan de cazón, y que por las tardes despedía ricos aromas de queques, de pan dulce de levadura, de tortillas de harina, y guisos regionales.

A ese paraíso renunció Fabio Martínez Castilla cuando tenía doce años de edad. Recuerdan familiares y amigos que se despidió expresando con firmeza:

“Voy a ser Sacerdote”

Y vaya que lo fue, convirtiéndose al día de hoy en el isleño que mayores alturas ha alcanzado, en cuanto a prestigio, desde cualquier punto de vista.

Fabio Martínez se fue a Mérida a cumplir sus sueños, dejando atrás aquellos sus juegos de niño, donde el béisbol fue parte de sus diversiones, pues según me contó hace un tiempo, había hasta tres equipos en Ia localidad, los cuales eran conocidos como: El Cerro, El Centro y El Cementerio.

Fabio era por supuesto del equipo de El Centro, junto con Armando Magaña Barragán, Manuel Martínez, Beto Martínez, Petronilo Martínez, Miguel Povedano, (de los Mundaca), Ricardo Galué Figueroa, Francisco Cobá, Nicolás Rivero, y otros. No recuerda bien si los gemelos Rolando y Rodolfo (Yan y Bof), jugaban con El Centro o con El Cementerio. Los de El Cerro eran los Garrido encabezados por Vicente, y los de El Cementerio estaba integrado por los Figueroa, entre otros.

La cuestión es que dejó atrás a aquellos niños con los que hacía deporte, con los que participaba en excursiones de aventura hasta el sur de la isla, a donde iban “armados” de tira-hules para cazar por el camino palomas silvestres para comer. Vaya que eran ricas asadas con recado rojo, en caldo o en sopa de fideos.

Se alejó también de sus seres queridos, quienes vieron con profunda alegría y también tristeza, como se separaba de la familia uno de ellos, en esos tiempos en que era muy raro que algún isleño se ausentara del lugar.

Un humilde Obispo Misionero

Gerardo Magaña Barragán me reitera el dato de que fue el Padre Bernardo Nagle, aquel entusiasta deportista, maestro de inglés y experto en lengua maya quien lo llevó de la mano hasta el seminario emeritense, de donde salió para comenzar a oficiar los rituales católicos, y para llevar en misiones el evangelio a lugares como Tizimín, donde para 1976 ya oficiaba Misa en la iglesia dedicada a los Santos Reyes.

Fabio se ordenó sacerdote el 31 de enero de 1977 en la Catedral de Mérida presidiendo la solemne ceremonia Monseñor Miguel Castro Ruíz.

Consumada su ordenación se trasladó enseguida a Isla Mujeres, donde el 2 de febrero inmediato ofició su Primera Misa como Sacerdote, siendo ese evento una fiesta que involucró a toda la comunidad. Trajo con él a un grupo de Presbíteros que nunca se habían embarcado, por lo que sufrieron con los mareos, pues sopló esos días un fuerte norte. -me comentó.

Luego retornó a Tizimín, a la iglesia de los Santos Reyes donde permaneció hasta junio de ese año de 1977 en que fue convocado por el Seminario de la Ciudad de Mérida, Yuc., donde estuvo dos años porque en 1979 debió hacerse cargo de la Vicaría de la Iglesia de Santa Ana en la misma ciudad. De ahí fue enviado a Maxcanú en 1980, para ejercer su ministerio en la iglesia de San Francisco de Asís, entre 1980 y 1983.

Su siguiente morada fue Dzitas, en cuya iglesia de Santa Inés estuvo por tres años, pasando enseguida a la Iglesia de Guadalupe de Tizimín, donde permaneció hasta el 13 de marzo de 1987 en que fue comisionado a Angola por 10 años, pues retornó a México hasta 1997.

Recuerda que durante el largo tiempo que pasó en Angola sólo se ausentaba para venir a ver a su madrecita enferma.

Luego de fungir como Vicario de la Iglesia de Fátima en Mérida por corto tiempo fue nombrado en ese mismo año de 1997 Vicario de la Iglesia de Peto, dedicada a la Asunción.

Ahí estuvo hasta 1999 en que fue trasladado a la iglesia de Umán, dedicada ésta a San Francisco de Asís, donde ofició hasta el año 2007 en que por su trayectoria y méritos religiosos fue nombrado Obispo de Lázaro Cárdenas, Michoacán, donde predicó la palabra de Dios desde 13 de marzo de ese año hasta 19 de septiembre de 2013. Me dice que la iglesia de ese lugar está dedicada a La Candelaria.

Fabio Obispo, Fabio el Pescador

Continuando con su impresionante carrera eclesiástica, el 19 de febrero del año 2013 fue nombrado por el Papa Benedicto XVI Arzobispo de la Diócesis de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, asumiendo esa alta investidura un mes más tarde, el 18 de abril inmediato.

Ahí permaneció hasta el día de hoy en que falleció, luego de prolongada convalecencia.

Hoy es reconocido como “Fabio el Pescador de Hombres” de almas, por supuesto, y especialmente como “Un Humilde Obispo Misionero”, en mérito por los tantos lugares que recorrió llevando el evangelio, cumpliendo su sueño de ser sacerdote, inspirado en aquellas excursiones que de niño realizó con el Padre Bernardo Nagle.

Se espera que su deseo ser enterrado en la iglesia de la Inmaculada Concepción de Isla Mujeres, a los pies de la venerada imagen, Patrona del lugar, se cumpla, pues es una deferencia que se guarda a los altos prelados católicos, el de ser sepultados en la iglesia que decidan.

De cada visita que realizaba su amada Isla Mujeres nos saludaba con una sentida petición:

“Vengo a pedirles que oren por mi”

Sigamos orando por Monseñor Fabio Martínez Castilla. Él lo hizo siempre por nosotros.

A sus familiares y amigos mi sentido pésame, especialmente a Linda, su hermanita, que tampoco anda bien de salud.

Oremos por ellos.

Fidel Villanueva Madrid.

Noviembre de 2023.

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