Súplica a María Santísima,
Nuestra Dulce y Santa Madre,
para que interceda por la humanidad, inmersa en
las tinieblas de la ignorancia, la superstición y la guerra.
No te canses, Madre mía, no te canses, que en mí hay un hijo que te necesita.
No te canses, Madre Santa,
que en mí hay un peregrino que sigue tus pasos.
No te canses, Madre Pura,
que en mí hay un corazón inquieto por amar.
No te canses, Madre Fiel,
que en mí hay un discípulo que quiere aprender.
Gracias Madre, por enseñarme
que el dolor con Amor,
es perfume que se eleva a Dios. Amén.