Por Mario Gallardo Mendiolea
León, Guanajuato.– No ataques al Papado. No hay en ello ningún bien para tu alma el día de tu juicio. Más bien ora por el Santo Padre y no te sientas Juez de la Iglesia ni des crédito o sigas a quienes se desviven por hacerlo.
Pidamos a Dios no ser ciegos, ni sordos y mucho menos mudos, pero pidámosle Su gracia para hablar con sabiduría y prudencia sólo cuando sea necesario para bien de las almas empezando siempre por la nuestra.
El asunto es que muchos hoy se desviven y escandalizan por lo que sucede en y desde Roma. No se dan cuenta que a la confusión creada por los bien y malintencionados (porque hay de los dos) se agrega el desencanto y hasta la división entre católicos.
Dios no necesita de nuestra opinión o nuestro activismo en redes sociales para dirigir o conservar el auténtico tesoro de la fe que nos dejó en Su Iglesia. Dios tiene buenos, regulares y malos administradores y solo Él puede saber quién entra dentro de cada categoría.
No te dejes llevar por todo este mar de desencanto y confusión. Mantente fiel a Dios y a Su Iglesia pase lo que pase, repito, pase lo que pase. Dios no necesita a tantos laicos creyéndose Obispos o creyéndose expertos en Doctrina y Magisterio, la Iglesia necesita laicos santos, comprometidos antes que nada con su propia conversión. Valientes pero humildes ante la Potestad y Grandeza de Dios.
Miremos hacia dentro de nosotros mismos, oremos por nuestros Pastores y antes de replicar u opinar negativamente respecto a hechos desafortunados en nuestra Iglesia, hagamos oración y meditemos frente al Santísimo, porque si no lo hacemos, podemos convertirnos en cooperadores del mal sin darnos cuenta. Tu hermano en Cristo.